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Víctor Rivera

En el tiempo añadido

Víctor Rivera

El renacimiento de los guajes y un pecado venial

El regreso a los tiempos felices con el Sporting más asturiano en años

En estos tiempos difíciles y oscuros, el sportinguismo celebra una especie de renacimiento. De regreso a los tiempos felices en los que el suyo era un equipo con el que resultaba fácil identificarse. En este fútbol moderno de grandes fichajes y excesos de tontería, un puñado de guajes se ha juntado para defender la camiseta con la que soñaron de niños. Incluso sin el alumno aventajado, al que han llamado a escaparates más lucidos en los que también brilla, el Sporting da la cara y compite ante plantillas que le triplican en masa salarial. El empate en inferioridad ante todo un Rayo Vallecano colma las pretensiones de una afición que siempre le ha exigido a su equipo que defienda el escudo con orgullo y compromiso.

El Sporting más asturiano de los últimos tiempos es un equipo fácil de querer. Más aún por la garra con la que se aferra a los partidos. No es un equipo dominante, no le alcanza el talento, pero nadie podrá decir que ha sido fácil derrotar al Sporting. Un punto de partida sobre el que construir un edificio sólido. Como al sportinguismo no parece que le esté permitido ilusionarse, aparece la Liga de Tebas para señalar la pérdida de rango económico y confirmar las palabras de Javier Fernández sobre la urgencia de equilibrar el tope salarial. No será fácil. La esperanza pasa por encontrar vías que eviten un traspaso doloroso. La de una reducción salarial sería la soñada por los aficionados.

Ante el Rayo Vallecano, el Sporting dio un nuevo paso adelante en su nivel competitivo. Los de David Gallego firmaron un estimable primer tiempo en el que arrebataron la posesión a los vallecanos, aunque sin demasiadas ocasiones, y un sobresaliente inicio del segundo tiempo. Al verse en inferioridad, el equipo apretó las filas y hasta se encontró un gol en una meritoria acción de Djuka, Javi Fuego y Aitor. El onubense mostró su mejor cara de la temporada en este segundo tiempo. Cuando se olvidó de buscar su gol y aprovechó sus cualidades, que las tiene, para ejercer de extremo y asistir a sus compañeros. Deja un regate para las videotecas gourmets y varias carreras con un filo evidente.

David Gallego resolvió el reto de sustituir a Manu García con una especie de cuadrado de centrocampistas, casi al estilo Zidane. Los dos pivotes para barrer y Pedro y Nacho para inventar. Mención especial para el luanquín, tan ilusionado por aprovechar su oportunidad que se fue entre lágrimas cuando su cuerpo dijo basta. Orgullo y compromiso. Interesante también el paso adelante de Pedro. Este chico juega de todo y juega bien, por más que Iraola estuviera advertido. También volvió al equipo Javi Fuego con un partido estimable y un trabajo generoso. Y luego Carmona, que ni está ni se le espera.

Tiene además el Sporting un entrenador valiente, que diseñó una presión alta contra uno de los equipos más sobones de la pelota. Hay que reconocerle al técnico su fuerte personalidad para ir contra corriente y desoír el clamor a favor de Pablo García. Fue tan atrevido, decíamos, que dejó al equipo al borde de la alineación indebida por un exceso de jóvenes sobre el césped. Un pecado que sería venial en Gijón, donde los guajes son siempre bien recibidos.

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