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Alberto Menéndez

La opinión del Oviedo: Sin las alegrías anteriores

El Oviedo se encontró después de tres partidos con un equipo, el Fuenlabrada, que no deja espacios, que presiona, que sabe de sus limitaciones, pero que también conoce muy bien sus virtudes, que no son otras que no dar facilidades al contrario y luchar al límite para ganar las segundas jugadas, algo en lo que los oviedistas se habían visto superiores en los anteriores encuentros, lo que les había posibilitado el contraataque y encontrar los huecos indispensables para crear ocasiones para marcar. El de anoche fue por lo tanto un partido distinto, con dos conjuntos que quieren ponérselo difícil al adversario y que, visto lo visto, acabó con el resultado más lógico, el empate.

Ante el equipo de Sandoval no hubo las alegrías ofensivas de las tres disputas anteriores, ante Las Palmas, Castellón y Zaragoza. En el primer tiempo los azules se vieron, salvo los primeros minutos, muy atenazados, sin capacidad de desborde y lo que es peor, con demasiadas lagunas defensivas. Así es que lo madrileños tuvieron dos grandes oportunidades para adelantarse en el marcador cuando todavía no iban 20 minutos de juego, una de ellas, de Mula, realmente increíble de fallar, con toda la portería para él, que se encontraba situado al borde del área pequeña. Los de Ziganda lograron ir asentándose poco a poco en la retaguardia y el Fuenlabrada ya no se encontró tan cómodo en sus acercamientos a la meta de Femenías. Pero en lo que respecta al ataque el Oviedo tuvo que esperar hasta el minuto 28 para moverse con cierto peligro ante el marco de Rosic, con un tiro desviado de Borja Sánchez.

Pero lo que es fútbol, después de un primer tiempo para olvidar, el Oviedo acabó yéndose al vestuario con un gol de ventaja, logrado por Nahuel desde fuera del área, en una jugada en la que el portero del Fuenlabrada pudo hacer algo más para evitarlo. Y marcaron los asturianos cuando más duele, al filo del descanso. Y eso se notó, porque el equipo de la comunidad madrileña salió al terreno de juego en la segunda parte con aparente menos intensidad, lo que le facilitó las cosas a los azules, que entonces sí, durante algunos minutos encontraron los deseados espacios y tuvieron ocasiones para haber metido el segundo gol.

Pero no lo hicieron. Y sin embargo, cuando más controlado parecía que tenían el encuentro los azules vieron cómo el Fuenlabrada ponía el empate a uno en el marcador. Fue tras un discutido penalti cometido por Carlos Hernández sobre el peligroso y potente Kanté, que él mismo convirtió en gol. Sí, puede que el defensa carbayón tocara el balón en su intento de despeje, pero también es verdad que hay jugadores azules que arriesgan en exceso en disputas dentro del área que, en principio, no dan la sensación de que puedan acabar en gol.

También es una pena que el Oviedo acabase desperdiciando los últimos 20 minutos en busca de una posible victoria tras una ridícula expulsión, en una jugada en terreno de nadie, de su delantero centro Blanco Leschuk. Fueron dos tarjetas amarillas absurdas, sobre todo para un jugador con la experiencia de Leschuk. Con diez los de Ziganda no pasaron por prácticamente ningún agobio, pero a la vez tampoco forzaron la máquina para intentar acabar llevándose los tres puntos. Es decir, que al final hasta dieron por bueno el empate.

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