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Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

La opinión del Mallorca-Sporting: la clasificación, para otro día

Una primera parte para enmarcar y la resurrección de Javi Fuego

Aitor disputa un balón ayer en Son Moix

Al Sporting de David Gallego no se le puede exigir más porque la delantera no parece capacitada para afinar sus estadísticas, por mucho que acierte el técnico en señalar públicamente que hay un evidente desequilibrio entre goles y aproximaciones al área rival. Con la triste excepción del derbi (se le debe una a las pacientes gentes rojiblancas), este equipo, el mismo de la temporada pasada reforzado con canteranos y dos más, ha demostrado hasta ahora igualar o mejorar a cualquiera, al margen del resultado.

Ayer fue claramente superior en Son Moix, con una primera parte que debería ser de obligado visionado para los chavales de Mareo que se quieren licenciar en la corta, intensa y de vez en cuando rentable carrera del fútbol. Yeso que Manu García no tuvo su tarde porque la varita mágica pierde poderes por la derecha. Esa no es ni será su posición; aunque, a veces, el guion obliga.

Sería injusto hacer cualquier análisis del encuentro frente al Mallorca sin mencionar la fundamental labor de Javi Fuego en el doble pivote. Tanto como callar que en el año y medio que ha pasado desde su regreso a la casa que le vio nacer, crecer y multiplicarse ha estado muy por debajo de lo que el aficionado medio (y seguramente él mismo) esperaba. Con actuaciones como las de ayer y la que despachó hace una semana frente al Rayo uno sí se gana el derecho a ponerse los galones delante de las cámaras. Que dure, por el bien de todos. Su rigor en el centro del campo contrasta con la exasperante frivolidad de Aitor García.

Cierto es que ayer rondó todas las jugadas de peligro y aportó, pero parece no haber entendido aún que en este Sporting (como en el resto de Segunda)carecen de sentido los intentos de lucimiento personal en cada lance. Se le perdonaría si, al menos, atinase más. 

Para cerrar, una de laterales. Saúl García estuvo muy por encima de su nivel habitual, aunque sigue sin demostrar que es mejor que Pablo García. Y Guille Rosas no fue el de otros días, pero da igual porque su pundonor lo tapa todo y ejemplifica a la perfección el espíritu de este Sporting de Gijón y muy gijonés, que se enfrenta, como todo el balompié patrio, a una situación financiera extremadamente compleja. Pero mejor no hacer hoy cuentas económicas. Ni deportivas. Es pronto para hablar de clasificación. Los cohetes siguen a buen recaudo en el almacén.

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