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Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

La opinión sobre el Sporting-Sabadell: grumetes y corsarios

El exceso de confianza del Sporting y el “caso Ferreres”

SPORTING SABADELL

El Sporting se durmió ayer en los laureles de la superioridad y no acabó como camarón sin rumbo gracias a que la corriente del Sabadell es muy mansa y a que el grumete Gaspar salió para dar un golpe de timón cuando más falta hacía. El partido debió finalizar mucho antes del innecesario gol visitante porque los de David Gallego fueron simple y llanamente mejores, sin matices, con la habitual inspiración de Pedro Díaz y con Manu García haciendo alguna de las suyas.

Lo único malo fue ese bajón de tensión competitivo en la segunda parte, como le ocurre al alumno aventajado con el notable en el bolsillo, y el enfado de Aitor al ser sustituido (cuenta él que por el resultado, habrá que creerle). Lo bueno, todo lo demás: hechuras de equipo que sabe a lo que juega y capacidad de resolución, aunque fuera tardía.

La victoria del Sporting de Gijón más gijonés en dos décadas sirvió además para confirmar que los canteranos no sólo aportan a la plantilla, como alguno deja caer con cierto desdén, sino que son su razón de ser. Gragera, salvo un par de balones sin criterio, mandó en el centro del campo con suficiencia y Guille Rosas no dejó una hierba de El Molinón sin pisotear.

Toda una lección colectiva para los que llegan por detrás con ganas de triunfar en la casa que los trajo al mundo, justo en la semana del estallido del “caso Ferreres”, que no debería sorprender a nadie que esté familiarizado con la ley de la jungla del fútbol contemporáneo. Lo penoso en esta ocasión es que los corsarios se permiten dar lecciones de navegación desde su bergantín mediterráneo. Vale todo.

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