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Alberto Menéndez

La opinión sobre el Oviedo: mengua más que estirón

Real Oviedo - Albacete, en imágenes

El Oviedo debe empezar a pensar más en no entrar en los puestos comprometidos de la clasificación que en mirar hacía la parte alta de la tabla. De buenas sensaciones solo no se vive, es indispensable que estas vayan acompañadas de resultados. Se tuvieron esas buenas sensaciones en algunos partidos anteriores aun sin triunfo, pero es que ayer ni eso; pocas, por no decir ninguna hubo en el juego de los azules ante el Albacete. Los carbayones hace ya cinco partidos que no ganan, y así es imposible no solamente aspirar a algo positivo si no incluso a dar los pasitos necesarios para ir respirando a medida que avance la competición. Más bien habrá que ir considerando la posibilidad del sufrimiento.

Lo de ayer del Oviedo fue un ejercicio de total impotencia, un quiero y no puedo constante, una falta de ideas preocupante, ante un Albacete que no demostró nada (excepto buena voluntad), ante un equipo manchego que vino a no perder, a encerrarse atrás y poco más, y que acabó llevándose los tres puntos ante la falta de concentración de los oviedistas (una vez más, y ya son demasiadas) en una jugada a balón parado, en este caso, un corner.

El primer tiempo de los azules fue desquiciante, de tanto toquecito y toquecito en el centro del campo. Así fue que los de Ziganda acabaron los primeros 45 minutos sin haber disparado ni una sola vez entre los tres palos. No es que el Albacete hiciera mucho más (quizás todo lo contrario) pero al menos sí pusieron a prueba a Femenías, aunque fuera desde muy lejos y sin mayor peligro.

Los oviedistas tardaron 21 minutos en acercarse a la portería de Tomeu con alguna intención de hacer daño. Sí, dio la impresión en algún momento de esta primera fase de que los jugadores de casa estaban en disposicón de crear oportunidades claras de gol pero al final todo se quedó en eso, en una falsa apreciación. Visto lo sucedido en la primera parte, que alguno de los dos equipos hubiera marcado un gol habría sido una auténtica casualidad.

Los jugadores azules parecieron salir tras el descanso al deteriorado césped del Tartiere con una velocidad más. En los cinco primeros minutos de la segunda parte crearon más peligro que en los tres cuartos de hora iniciales. Pero una vez más fueron incapaces de marcar, lo que si hizo Zozulia en la media oportunidad que tuvo, en una jugada de estrategia. A partir de ahí los oviedistas se desinflaron, si es que realmente estuvieron inflados en algún momento a lo largo de los 98 minutos que duró el encuentro de ayer.

Los albaceteños a partir de su gol se mostraron rocosos ante las acometidas de los asturianos, que las hubo, por supuesto, pero sin la consistencia ni la chispa necesarias para poder al menos salvar un punto.

A los oviedistas se les está acabando el crédito para aspirar a algo más que a luchar para salvar la categoría. Si no despiertan de forma inmediata y vuelven a la senda de los tres puntos por duelo van a aparecer de nuevo los nervios, esos que impiden a equipos con buenos mimbres, con calidad, realizar el fútbol que, teóricamente, llevan dentro sus jugadores.

Es cierto que el césped del Tartiere está en un lamentable estado. Y que perjudica más al equipo que está obligado a crear, en el caso de ayer el Oviedo. Pero no debe servir de justificación para el pobre espectáculo dado por los oviedistas.

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