Messi ha puesto un número de moda. Ni el 666 de la Bestia, ni el 69 del amor. El que manda ahora, el que domina el top, es el 555. Millones como granos de arena en el desierto. Millones por jugar, millones por ser fiel, millones por cumplir. Y millones que el argentino ha generado para el que todavía es su club. Y hay que decir “todavía” porque está por ver qué pasará después de que el contrato del crack haya sido destripado cifra a cifra. A Messi le están enseñando la puerta de salida. Tantos millones se han convertido en un marrón para el futuro del Barça, una entidad en bancarrota.
Los candidatos a la presidencia afirman desear que Messi se jubile en el Camp Nou, pero no dicen lo que piensan. Los números son cabezotas y por mucha imaginación que le echen los que lleguen no hay guita suficiente para seguir lubricando el circo.
Pero nadie quiere sentarse en el trono culé pasando a la historia por ser el que dio boleto al pibe. Mejor que se enfade y se marche pegando un portazo. Como si lo hace 555 millones veces. El objetivo es que se vaya. Así que no estaría mal que ahora el muchacho dijera que quiere seguir. El espectáculo merecería palomitas. Muchas. 555 kilos. O toneladas. Será por perres.
