“¿Ye esi el nuevu? ¿Y ye buenu?”. Pregunta de una despistada sportinguista ante la aparición de Campuzano en la pequeña pantalla, porque ahora, y más que nunca, todo es virtual. Se mira, pero no se toca. Y mucho menos, se pregunta, no vaya a ser que alguien se moleste o alguno conteste lo que no debe. En este planeta fútbol en el que todo está guionizado, donde los solomillos saben más a plástico que a vaca vieja y el vino es agua con colorante, clubes como el Sporting han aprovechado el apocalipsis covídico para cerrar el grifo hasta, por ejemplo, de las entrevistas, que no se permiten ni por teléfono.
Casi mejor: más tiempo para rabilar y ejercitar la imaginación. Así que en este apagón del color de las gafas modelo Sicilia que tanto gustan en la zona abuhardillada de Mareo presta que alguien ignore el guion, aunque sea sin querer. “Vengo a ayudar al objetivo de subir a Primera”, dijo Campuzano nada más entrar en Gijón. Cosas del fútbol. El favorito de Gallego se salta el “partido a partido” y habla sin ponerse colorado de que el objetivo es ascender.
¿Le habrán pitado los oídos a Gallego, enemigo de hablar de nada que no empiece y acabe en la siguiente jornada? Ya se verá en la presentación del muchacho que llega para que Djuka pueda tomar oxígeno de vez en cuando.
¿Le habrán pitado los oídos a Gallego, enemigo de hablar de nada que no empiece y acabe en la siguiente jornada? Ya se verá en la presentación del muchacho que llega para que Djuka pueda tomar oxígeno de vez en cuando. Si no vuelve a verbalizar esa idea, habrá que pensar que hubo tirón de orejas por saltarse el protocolo. No está el patio para bromas. Básicamente porque los hay que no las entienden.
