La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Víctor Rivera

En el tiempo añadido

Víctor Rivera

El riesgo de subir el listón

La situación actual del Sporting parece cuando menos sobresaliente, pero sin embargo flota la sensación de crisis de resultados

Lo malo de romper todos los pronósticos y completar una primera vuelta inesperada y sobresaliente es que el listón de exigencia queda muy alto para la segunda mitad del ejercicio. Esto parece haberle sucedido al entrenador rojiblanco, David Gallego, al que ya se le critican no sólo los resultados y las alineaciones, sino que se tuerce el morro al valorar el juego del equipo. Y aquí sí se comete una injusticia. Salvo chispazos sueltos de Manu García, el juego rojiblanco no ha sido brillante. El Sporting no se ha caracterizado por ser un equipo dominador, de esos que acaparan la posesión y encierran a su rival. Muy al contrario, los rojiblancos se han caracterizado por su gran capacidad de sufrimiento. El de Gallego ha sido un equipo que se ha encontrado más cómodo cuando no tenía la pelota y ha rentabilizado al máximo los picotazos que lanzaba a la contra. Esta ha sido la receta de su éxito. La que le trajo hasta aquí.

Al valorar el rendimiento del Sporting en las últimas semanas, además de las secuelas del episodio covid (que ya empiezan a ser evidentes), conviene no perder de vista cuál era el escenario al inicio de esta historia. David Gallego aterrizó este verano en un equipo con un panorama muy nublado por delante. La ausencia de fichajes y la reducción a diecisiete fichas profesionales obligaron a apostar de nuevo por Mareo y consiguieron que el sportinguismo asumiese la permanencia como objetivo de un año de transición. Más aún en comparación con el poderío deportivo y económico de los tres descendidos (Espanyol, Mallorca y Leganés) y de otros clubes como Almería, Girona o Rayo Vallecano.

Con este punto de partida, la situación actual del Sporting parece cuando menos sobresaliente, pero sin embargo flota la sensación de crisis de resultados y hasta de juego. Sucede que, pasado el ecuador del campeonato, el Sporting se ha consolidado como uno de los equipos más sólidos de la categoría y se ha asentado plenamente en los puestos de play-off. Lo que era una temporada de transición se ha transformado, gracias al buen desempeño del entrenador y de los futbolistas, en una gran oportunidad de alcanzar el premio final. Y esto hace que partidos como el del domingo ya no se den por buenos. El sportinguismo exige que se mantenga el ritmo de puntuación y hasta reclama un estilo más preciosista y un punto más de ambición.

Ha cambiado también la forma en la que los rivales encaran a los rojiblancos. Donde antes veían un partido asequible, ahora dan por bueno un empate y son muchos los que se conforman con evitar la derrota. Al Sporting, a su vez, le puede la necesidad de ganar para no perder sitio en la zona alta, aunque queda la duda de si le alcanza el fútbol y la profundidad de plantilla.

A la espera de la llegada del ansiado delantero (quedamos en manos de Javi Rico), el objetivo vuelve a ser el de encontrar un esqueleto estable como el que tenía el Sporting en la primera vuelta. Muchos de aquellos futbolistas, en particular los afectados por el covid, están ofreciendo un rendimiento inferior al de la primera vuelta y otros dan síntomas de cansancio por el cúmulo de minutos. Con estos ingredientes y otros obstáculos que puedan ir surgiendo, David Gallego tiene el reto de superar el listón que él mismo ha elevado durante la primera vuelta. Es el riesgo de haber hecho un gran trabajo en la primera mitad del curso. Ahora tiene que defenderlo y parece casi una obligación que nadie le hubiera exigido en verano.

Compartir el artículo

stats