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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Noé, CEO, temor y temblor

El fútbol moderno y sus artes mercantiles

La emisión en Syfy, un canal dedicado a la ciencia ficción, de la película “Noé”, protagonizada por un Russell Crowe muy alejado del general Máximo de “Gladiator”, no ha levantado ninguna polémica, ni ninguna denuncia de los abogados cristianos, ni ninguna manifestación de creyentes ofendidos, ni una protesta del Estado de Israel. Bah. ¿No hay ninguna asociación de defensa del Antiguo Testamento que vea la mano del demonio en que la historia de Noé llevada al cine pueda verse en un canal de ciencia ficción? ¿No formulará Vox una pregunta al Gobierno para que explique este uso indebido de la libertad de programación y una propuesta para que “Noé” se emita en Canal Historia, y no en Syfy? ¿No es una provocación que Noé, Naamá, el Arca, el Diluvio, Matusalén, Sem, Cam, Jafet y los animales sedados con incienso compartan canal con Merlín, Flecha Verde, la criatura de “Alien” y Buffy, cazavampiros? ¿Dónde están los teólogos ofendidos por la deconstrucción de Noé y el Diluvio como argumentos de ciencia ficción?

Darren Aronofsky, director y coguionista de “Noé”, sostiene que Noé fue el primer ecologista, el primero en plantar viñedos y el primero en emborracharse, sin olvidar otros aspectos más escabrosos de la vida de este superviviente del Diluvio. Puede que sea eso. Puede que el silencio ante el tratamiento de Noé como un personaje de ciencia ficción por parte de los que siempre se ofenden por todo (los chistes sobre Dios, las blasfemias de Willy Toledo, las risas con “La vida de Brian”, el interés de Netflix y HBO por las series y películas protagonizadas por papas, las críticas a la religión en los “Simpson”) tenga que ver con el deseo de que el Antiguo Testamento siga siendo tan sagrado como poco leído. El problema no es que “Noé” se emita en Syfy porque, como ya dijo Pedro de Bruys en el siglo XII, para adorar a Dios es tan válida una taberna como una plaza o un establo. O una película en un canal dedicado a la ciencia ficción. El problema es que se lea la historia de Noé en el “Génesis”. Lo peor que le puede pasar a un terraplanista, un negacionista del cambio climático, un antivacunas o un defensor del origen extraterrestre de las pirámides de Egipto es que se le deje hablar. Y lo peor que le puede pasar a Noé no es que tenga la cara de Russell Crowe, sino que los niños lean el “Génesis”.

Como le sucede a Noé con SyFy, el fútbol se deja ver en los programas de economía, en las tertulias frívolas acerca de todo y nada, en la crónica de tribunales, en los cursos de alquimia financiera, en los consejos de administración de empresas que son países o países que son empresas, en las revistas de corazón y de moda, en los manuales de estrategia electoral, en las prácticas de los estudiantes de Administración y Dirección de Empresas y en los escaparates de las peluquerías. Pero, a diferencia de Dios, al fútbol no se le puede adorar en una taberna o un establo y lo peor que le puede pasar es que no dejemos hablar a los futbolistas con los pies. La lectura del “Génesis” produce temor y temblor, pero la lectura de un partido de fútbol produce alegría y emoción. Ver una película sobre Noé en un canal de ciencia ficción no es un insulto a los creyentes, pero que un equipo de fútbol sea un asunto de Estado, que los nombres de los estadios se vendan al mejor postor, que el presidente de un gran club pase la noche en el calabozo por asuntos que no se pueden entender sin tener un máster en capitalismo pijo, que el corte de pelo de Sergio Ramos sea más noticia que la falta de gol en el Real Madrid, que “desarrollar y mejorar productos” sea uno de los objetivos de Laporta y que su primer fichaje como presidente del Barça sea el CEO de MediaMarktSaturn (signifique lo que signifique), que el VAR sea más importante que el bar y que muchas tertulias futboleras en la tele sean indistinguibles de “Sálvame” son insultos a los futboleros sin perdón de Dios.

El arca de Noé puede compartir canal con Buffy, cazavampiros, pero el fútbol que amamos no puede necesitar al CEO de MediaMarkSaturn. El fútbol moderno es el fútbol sin fútbol. Temor y temblor.

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