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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Los ojos de Cleopatra y de Bryan

Las nuevos valores que irrumpen en la selección

Lo mejor de los partidos de la selección española de fútbol no son los partidos, sino la selección de Luis Enrique. Siempre hay sorpresas. No me refiero a la convocatoria de Jordi Alba, una decisión tan lógica como sería la de incluir a Lord Byron en la selección del romanticismo británico. Ni siquiera estoy pensando en el portero Robert Sánchez, ni en el defensa Pedro Porro, ni en ese Pedri que deslumbra en el Barça. No hablo de la presencia tan imprescindible como discutida de Busquets. Me refiero, pienso, hablo de Bryan Gil (no Bryan Hill), delantero del Eibar (no del Liverpool).

Julio César, interpretado por el gran Rex Harrison, dice en la película “Cleopatra” que el Nilo está en los ojos de la reina de Egipto. Eso es fácil de decir porque en la película los ojos de Cleopatra coinciden con los increíbles ojos de color violeta de Elizabeth Taylor, pero puede servirnos para describir ese fútbol “de antes” que en realidad no es ni de antes, ni de ahora, ni de mañana. Es fútbol. ¿Quieren disfrutar del fútbol de barrio, del fútbol del uno contra uno y que gane el mejor, del fútbol sin prisioneros, fútbol sin tregua, fútbol de “a mí la pelota”, fútbol de regate, fútbol vertical e inquebrantable? No hace falta que naveguen por el mar de los viejos partidos de la selección de Brasil o de la irrupción de Johan Cruyff. Ese fútbol está en los ojos de Bryan Gil. No es el fútbol de los mil pases (y pico) de aquel Barça que intentó parir Quique Setién, ideal para ver mientras comemos pipas o aprendemos ruso para leer “Guerra y paz” en su idioma original. No es el fútbol del patapúm p´arriba y tiro porque me toca. No es el fútbol especulativo que se ve en las cafeterías de las facultades de Filosofía. En los ojos de Bryan Gil está ese fútbol afilado, tan reconocible como el toque de carga del Séptimo de Caballería que aprendimos en las viejas películas, a veces tan loco como la carga de la Brigada Ligera en la batalla de Balaclava y siempre igual de desafiante. Todo está en los ojos de ese chico que dicen que se parece a Johan Cruyff (o a Modric) pero que se llama Bryan, no se apellida Hill y no juega en el Liverpool.

Los ojos de Cleopatra encierran el Nilo y los ojos de Bryan Gil sostienen ese fútbol que desafía la pizarra como la conexión Messi-Jordi Alba desafía a las defensas. La zurda de Bryan mira para un lado y se va para el otro, como hace Dembélé pero con más ligereza y menos gestos de fastidio cuando las cosas no salen bien. El economista Haim Ofek dice que el fuego es difícil de encender, pero fácil de compartir. Y lo mismo se puede decir del fuego (del juego) de tipos como Bryan Gil o Dembélé, muy difícil de encender porque el fútbol moderno odia la luz y el calor pero, también, muy fácil de compartir en las tertulias futboleras. Es difícil que un equipo como el Eibar encienda su fútbol con los ojos de Bryan Gil (pero para eso está un entrenador como Mendilibar), aunque después es fácil que los ojos de fuego de Bryan incendien los partidos y el olfato de Luis Enrique.

La vida de Bryan no será la misma después de la lista de Luis Enrique, pero seguro que su fútbol seguirá siendo muy parecido, tan lleno de desbordes como el Nilo antes de ser domesticado por la mano del hombre. Dejen las pipas y el ruso para otro momento. Es la hora de Cleopatra y de ese chico que no se apellida Hill ni juega en el Liverpool.

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