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Alberto Menéndez

Un análisis del buen momento del Oviedo Baloncesto: Máxima concentración

El éxito de un equipo que pone el bien del grupo por encima del acierto individual

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Las mejores imágenes del recital del Oviedo Baloncesto: gana al Castelló por 91-77 Miki López

Concentrar: centrar intensamente la atención en algo, según la octava acepción del Diccionario de la Real Academia Española. Un significado este que explica de forma muy clara lo que hace el Oviedo Baloncesto en esta dura y extraña temporada. Los jugadores azules están totalmente concentrados un partido sí y otro también en hacer lo que saben y lo que pueden, mirando sobre todo al bien del conjunto y no al de las individualidades. Y esta máxima concentración en el juego les está llevando a ocupar los puestos más altos de la competición y a ganar a equipos con un potencial económico muy por encima del club asturiano, como fue ayer el caso del Tau Castelló.

Por segundo día consecutivo ante su público el Liberbank fue capaz de vencer con solvencia a uno de los gallitos de la LEB Oro. No cómodamente, eso no, ya que para hacerlo los carbayones tuvieron que sufrir durante algunas fases del encuentro. Pero cierto es que ante los arreones de los castellonenses los de casa siempre tuvieron la respuesta adecuada. Y así desde el primer cuarto la diferencia de puntos a favor del Oviedo rondó siempre entre los diez y los veinte. No fue el de ayer el desmelene del jueves ante el Palma, pero sí un triunfo convincente, de prestigio, que abre aún más las puertas hacía el play-off de ascenso. Luego ya se verá hasta dónde pueden seguir disfrutando con su juego los integrantes de la plantilla azul y la afición de Pumarín.

Y hablando de disfrutar, si hay un jugador ovetense que goza y se divierte sobre la cancha desde que llegó a Asturias a finales del pasado verano este es sin lugar a dudas Norelia. Se le nota que es feliz practicando el baloncesto, pero es que cuando le sale un buen partido se convierte en todo un espectáculo. Y ayer le salió y, como ya es habitual, trasladó su entusiasmo a los compañeros, a todos, a los que les salieron bien las cosas y a los que fallaron más de lo normal. Es lógico que su entrenador lo mantuviera en cancha más de 33 minutos.

Y hablando de entrenador, es evidente que Natxo Lezkano es el motor de este equipo. Le dieron un equipo novato e inexperto en la siempre complicada segunda división del baloncesto español, a la vez que un combinado barato (no cabía otra), y ha sabido ir conjuntándolo y sacando el mayor provecho a cada una de las piezas con las que cuenta. Y la concentración desde el minuto uno al cuarenta se le debe a él. Es su artífice. No soporta los despistes y, menos aún, las frivolidades. Las corta de raíz. Y si no que se lo pregunten a Brown, un excelente baloncestista, pero muy dado a las frivolidades. La respuesta de Lezkano es el banquillo, esté siendo o no Brown el máximo anotador del equipo. Porque en eso consiste la concentración, en tomar las medidas correctoras oportunas tanto ante las equivocaciones como ante las distracciones cometidas por los jugadores, sean estos quienes sean.

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