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La opinión sobre el Sporting: Derbi sustancial

Es normal que se forme un gran revuelo ante cada partido de rivalidad asturiana, la forma más trivial y a la vez civilizada de resolver disputas cainitas que frecuentemente han ido mucho más allá de lo razonable fuera del ámbito futbolístico. Esta vez, sin embargo, el derbi viene cargado de sustancia. Deportivamente, porque los dos contrincantes se juegan bastante en el envite: el Sporting seguir enfilado hacia las eliminatorias de ascenso a Primera División y el Oviedo conjurar los fantasmas del regreso al balompié aficionado. Los rojiblancos están obligados a reaccionar después de dos derrotas consecutivas y de que pintaran bastos en los últimos enfrentamientos contra los azules, en ambos sin sufridores en las gradas. Pero, además, el club gijonés está ante una oportunidad de oro de demostrar ante toda España (el partido se retransmite por Vamos como aperitivo de la final de Copa entre Barcelona y Athletic) su renovada fe en Mareo. La realidad histórica es tozuda y liga invariablemente los mejores momentos del Sporting con la apuesta por jugadores de la casa. Que haberlos buenos haylos, y en cualquier caso el grueso de los fichajes no los mejoran. Parece ser que Rico y Gallego lo tienen claro. Falta saber si media docena de partidos malos pueden resquebrajar el ánimo canterano de la voluble afición sportinguista, o si el fin de la pandemia vuelve a poner a la entidad, con el beneplácito de los que mandan, en manos de los trileros y comisionistas habituales.

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