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La opinión sobre el derbi: Transiciones y transiciones

Año de transición en el Oviedo. No se sabe muy bien hacia dónde ni hacia qué, pero eso dicen los que saben y habrá que creerlos. En la sexta temporada en Segunda, 90 jornadas después de su última semana en play-off, no hay mejor explicación para la situación azul: año de transición. A los fallos estructurales en el club, a los errores en la planificación, a los fichajes fallidos y la hipoteca con algunas renovaciones, a la falta de soluciones en el banquillo, a las cuitas y celos entre unos y otros en El Requexón y a unas cuantos borrones más, alguno de ellos transoceánico, se le ha venido a llamar año de transición. Así que “no preocuparse”. Vía libre para celebrar la permanencia. Pero para celebrar la permanencia, que ya se verá si desemboca en “un título” (Ziganda dixit), al Oviedo le urge ganar. Sería acelerar la transición del equipo azul hacia la nadería de Segunda, y respirar tranquilos; y sería obstaculizar la transición del Sporting hacia Primera, y respirar tranquilos también. Ya ven: transiciones y transiciones. Es verdad que, de tanto ganarlo, el derbi va perdiendo emoción en el lado azul.

En la batalla regional, el honor está más que salvado. Ganar al Sporting es ya casi rutina. Uno más, uno menos… Pero es palpar al sportinguismo y comprobar que esta misteriosa maldición ante el equipo que se hundía en el barro carcome por dentro. Esto se lleva especialmente mal en la zona abuhardillada y cada vez más sectaria de Mareo. La prueba es el famoso vídeo de la moto lanzado desde el club, tan finamente ejecutado para lo políticamente correcto (rivalidad sana) como para el recochineo (el Oviedo, de paquete). El derbi de la transición, por lo demás, llega en la semana del aniversario del hundimiento del “Titanic”. Sirva el dato de aviso para los empleados de gatillo fácil que manejan el perfil de Twitter de cada club y amenizan el pospartido. Hoy es 17 de abril, el día en que murió el gran Gabo y nació Victoria Beckham. Todo puede pasar.

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