La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

La opinión sobre el Sporting en el derbi: Jugar a la nada

El Sporting careció de intensidad, renunció a las bandas y pobló el centro del campo de falta de argumentos

El Sporting rayó ayer la perfección en pases horizontales y al portero, que en el fútbol suelen tener la misma utilidad que una escoba en medio de la Antártida. Todo lo demás fue una traumática película de terror con cinco pecados capitales: el equipo tuvo la intensidad propia de una partida de petanca, las bandas no existieron por errores de sus ocupantes y por decisión técnica, en el centro del campo se produjo una aglomeración parecida a la de un día de compras navideñas en la calle Corrida, Mariño lleva mes y medio a uvas y el único testimonio fiable de que Djurdjevic estuvo en El Molinón es el acta arbitral. El Oviedo se impuso con justicia en el marcador porque todo ocurrió según había previsto. Las maneras de Ziganda podrán parecer un sangriento atentado a este deporte, pero suman puntos. Llámame gorrión y dame alpiste, pensará el navarro.

David Gallego y los suyos deberían dar gracias a las restricciones en los estadios porque, con las gradas a rebosar, habrían perdido para siempre la audición a eso de las ocho de la tarde. Cuesta entender cómo un equipo made in Asturias que ha demostrado en varias ocasiones esta temporada una madurez por encima de las expectativas afronta un duelo de la máxima rivalidad como si fuera un paseo en barco por el Danubio. Vale que el rival tuvo el mérito de leer mucho mejor cada fase del partido. Pero la garra no se negocia. Ningún jugador, de la casa o no, asumió el protagonismo. Ni siquiera el irreductible Pablo Pérez, que tuvo su ocasión por la enésima lesión de Campuzano, el fichaje invernal que llegó sin precinto.

Pero si decepcionante fue la actitud, más aún fue el planteamiento. Situar al desaparecido en combate (y van muchas semanas) Manu García por la izquierda, sabiendo de su tendencia natural al centro del campo, fue una renuncia a la profundidad. Y por la derecha, Bogdan y Aitor García se encargaron, a base de errores, de anular cualquier opción. Si a eso se suma que la defensa azul, con Diegui y Arribas reconvertidos en superhéroes, frustó cualquier conato de ataque rojiblanco, queda todo dicho. Salvo un apunte. La profunda crisis de seguridad de Mariño, en buena parte culpable de la mala racha, va en aumento. Quizás hubiera logrado evitar el gol visitante o, como poco, arañar una falta a favor en el área pequeña si hubiera hecho algo más que quedarse quieto.

Todo lo de ayer se dará por bueno en el caso de que sirva como revulsivo para semanas venideras y se logre la promoción. De lo contrario, pesará mucho en el debe de Gallego cuando acabe la temporada. Algunos días, los fallos puntúan doble.

Compartir el artículo

stats