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Javier Rodríguez Muñoz

La necesidad de unas mejores instalaciones para el Oviedo Baloncesto: Qué buen equipo fuera, si hubiera pabellón

Los jugadores del Oviedo Baloncesto celebran una victoria. | OCB

No sé lo que ocurrirá en la segunda vuelta de la fase de ascenso a la ACB que disputa el Liberbank Oviedo Baloncesto. Sea lo que sea lo que suceda de aquí al final de la misma, lo logrado hasta ahora, y sin añadir nada más, superar con creces las expectativas que había al comenzar el curso. No hay que olvidar que el OCB tuvo que rescindir el contrato de varios jugadores de la temporada pasada por la imposibilidad, con su presupuesto, reducido por la mengua notable de aforo a consecuencia de la pandemia, de hacer frente a tales compromisos. Una vez más, como la Penélope, esposa del rey de Ítaca, Ulises, el Liberbank Oviedo se vio necesitado de tejer una nueva plantilla partiendo casi de cero. Sólo el gran Oliver Arteaga continuó del equipo de años anteriores, y que siga muchos más.

El Liberbank Oviedo Baloncesto de la temporada 2020-21 era una auténtica incógnita, pero una vez más, el buen ojo de Héctor Galán y de sus directivos, Fernando Villabella y Luis Tuero, junto al muy buen hacer del entrenador Nacho Lezkano, obraron el milagro. Una vez más, y ya son muchas las ocasiones en que partiendo de cero se llega a un conjunto verdaderamente prometedor, a un buen equipo, que es mucho más que una buena plantilla.

Vuelvo al principio. No sé lo que va a pasar de aquí en adelante, pero muy probablemente nos volvamos a encontrar la temporada 2021-2022 en la misma tesitura. Un “volver a empezar”, sin el Óscar de subir a la ACB, porque aunque reiteradamente se dan los fundamentos para construir un proyecto definitivo, siempre falta un elemento definitivo, el contenedor donde alojar y desarrollar lo que cada año se logra.

Cuando empezó la aventura de lo que hoy es el Liberbank Oviedo Baloncesto en las categorías inferiores del baloncesto, desde la Primera Nacional a EBA, y de LEB Bronce a la de Plata y, finalmente, a la de Oro, en que está ahora, el polideportivo de Pumarín, con una única y menguada grada, pudo servir. La ampliación realizada hace ya varios años dio un poco de oxígeno, pero está claro que hoy es claramente insuficiente, incluso para los requisitos mínimos exigidos por la FEB (un aforo de 2.500 personas). Hace ya varios años que el mítico Pumarín, al que califican así muchos equipos rivales, pese al calor que sabe infundir a su equipo, ha quedado insuficiente y obsoleto, y Corporación tras Corporación han hecho promesas de ciento volando y no acabamos de tener el pájaro en mano. Pumarín ha sido escenario de remontadas vibrantes y sorprendentes que dieron pie al ya famoso grito: “¡Esto es Pumarín!”, que bien conocen los contrarios. Porque para los que disfrutamos, y sufrimos, con el baloncesto, en un partido hay muchos partidos. Algunos, ignorante y atrevidamente, opinan que basta con ver los últimos minutos. En ellos, efectivamente, cuaja lo que se coció a lo largo de cuarenta previos, pero durante todo ese tiempo puede haber múltiples alternativas. Que se lo pregunten al Leyma Coruña, que ganaba holgadamente de 14 puntos al descanso y perdió finalmente. Y ese mismo Leyma Coruña fue protagonista de una remontada en el último minuto ante un Oviedo, todavía en proceso de construcción, que dilapidó siete puntos de ventaja. Pero esa derrota sirvió para forjar mejor al equipo, que obviamente necesitaba un tiempo para ensamblar todas las piezas, en las que unas pueden ser más valiosas que otras, pero en las que el brillo principal lo tiene el conjunto. Muy bien lo evidenciaba Alberto Menéndez en reciente comentario, en estas mismas páginas, al señalar las dificultades de los contrarios para neutralizar el juego del OCB; cada día surge un solista distinto, pero siempre está el grupo.

Queda demostrado que por parte de la dirección y la afición del Liberbank Oviedo Baloncesto nada más se puede ofrecer. Nada más se les puede exigir. No es el contenido lo que falla, como año tras año se comprueba, es el continente el que es insuficiente para el proyecto que se puede soñar. Y eso ya no depende del club, sino del Ayuntamiento, que debe dejar de marear la perdiz y afrontar de una vez la solución del problema. Mientras siga existiendo la limitación de aforo que constriñe el crecimiento del Oviedo, no se puede dar el siguiente paso, no se puede mantener lo que cada año se hace. Haga su camino el Ayuntamiento, que seguro que el Oviedo sabrá dar el paso que necesita. ¡Corporación, queremos, necesitamos, pabellón!

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