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Alberto Menéndez

La opinión sobre el Oviedo: el precipicio está ahí

El Oviedo sigue jugando con fuego, incapaz de dar los pasos definitivos para alejarse del precipicio, es decir, de los puestos de descenso que le sacarían del fútbol profesional al que tanto trabajo le costó llegar. Tras la victoria en el derbi la afición estaba convencida de que se podría abrir una nueva etapa, de que los azules iban a encontrar el rumbo adecuado para desenvolverse por los puestos tranquilos de la tabla clasificatoria y dejar de pensar en los despeñaderos. Pero no, a la primera de cambio los oviedistas han vuelto a convertirse en el equipo poco fiable al que tienen acostumbrados a sus seguidores esta temporada, el conjunto carente de chispa e incapaz de enlazar dos victorias seguidas.

El Girona se llevó los tres puntos del Carlos Tartiere sin hacer prácticamente nada reseñable para conseguirlo. Una llegada a la puerta de Femenías y un gol, obra del exoviedista Bárcenas, fue suficiente. Los azules, una vez más, fueron incapaces de marcar y así es muy difícil salir del atolladero en el que están metidos.

Sí, los catalanes llegaban a Oviedo con el objetivo de acercarse a los puestos de privilegio que dan opción a disputar los play-off de ascenso. Y ya. No se jugaban la vida ni nada parecido. Además, venían con numerosas bajas, por lesión y por sanción. Hasta su goleador, Stuani, se quedó, en principio, en el banquillo. Pero ni por esas. No hubo nada que hacer.

El equipo de Ziganda, se mire como se mire, se jugaba mucho más que el Girona en el enfrentamiento. Pero no se notó, los de Francisco dieron la sensación de salir al terreno de juego con más ambición que los de casa, intentado controlar el juego, aunque ciertamente tampoco dieron mucho más de sí. Peligro, lo que se dice peligro, no crearon nada más que la jugada del gol. Pero les bastó.

Los azules tuvieron más opciones para marcar. No muchas, pero sí alguna, sobre todo una de Edgar en el primer tiempo y otra de Rodri al final del encuentro, pero no las materializaron. En eso, por lo que se ve, radica la diferencia entre un club que lucha por los puestos de arriba de la tabla y otro que lo hace por no verse involucrado en la batalla por el descenso: en aprovechar las oportunidades.

El Oviedo arrastra bastantes partidos en el Tartiere dejándose ir, sin tomar la iniciativa ni arriesgar nada, sobre todo en los primeros tiempos, dando el balón y el control del centro del campo a los rivales. Espera habitualmente a echar toda la carne en el asador al tramo final de las segundas partes, lo que no es mucho, como está quedando demostrado.

Quizás haya llegado el momento de inventar algo nuevo para sorprender al contrario, porque lo que es evidente es que el juego del Oviedo es demasiado previsible, sobre todo en casa. Un poco más de movilidad y atrevimiento a la hora de encarar al rival no estaría mal. El temor a lo único que lleva es a la vulgaridad.

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