Anda el fútbol español enfadado porque el Gobierno (el de Sánchez, que también es el de Barbón) un día dice sí y al siguiente lo contrario sobre el regreso del público a las gradas. Y ya se sabe que cuando Tebas tose, en la zona abuhardillada de Mareo pillan una pulmonía; si el jefe pide saltar, la pregunta desde el Sporting es “¿hasta dónde?”.
Así que coincidiendo en el tiempo, que no en el espacio, con la visita de la ministra de Sanidad a Asturias, la propiedad de la entidad rojiblanca permitió salir del búnker por segunda vez en siete días a uno de los suyos para quejarse de que por qué, por ejemplo, sí hay público en el fútbol modesto y no en LaLiga, donde los clubes cuentan con las mejores instalaciones y medios.
Buena pregunta. Igualita, igualita que la que se hacen los padres de los jugadores de la cantera, los únicos del fútbol base asturiano que no ha vuelto al trabajo porque según se explicó ¿qué importa un mes arriba o abajo? Hace una semana el mensaje era primar la salud por encima del balón.
Ya se sabe que cuando Tebas tose, en la zona abuhardillada de Mareo pillan una pulmonía; si el jefe pide saltar, la pregunta desde el Sporting es “¿hasta dónde?”
¿Y ahora? Pues ahora hay que poner en marcha la maquinaria, que se acerca el final de curso y habrá que echar cuentas con los abonados. Y de paso se aprovecha para anunciar que habrá una “escape room” en El Molinón. Todo en directo, con los muchachos de la prensa allí delante, nada de plasma, que el autobombo no contagia. ¿Habrá vuelto la normalidad? ¿O será que el aire se ha vuelto irrespirable en la habitación del pánico de la zona abuhardillada?
