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Alfonso Peláez

La opinión ante el Sporting-Almería: “Arrivederchi”

El fútbol cobarde y encorsetado no gusta en estos lares, es hora de aconsejar al técnico que cambie de aires

Hace unos cuantos años, fui invitado a los micrófonos de la Cadena Ser por Juanma Castaño, para hacer un resumen del verano gijonés. Recuerdo que destaqué las actuaciones de Art Garfunkel en el Jovellanos y la media verónica de Curro Romero en El Bibio. Amén de ello, comenté que el buen tiempo había imperado y que, lástima, el agua de la bahía estaba sucia. Se bloqueó la centralita contra mi persona, al creer que era un furibundo carbayón.

Hoy, a riesgo de que se confundan churras con merinas, este aborigen de la calle La Merced desea manifestar, pase lo que pase, y aunque suene, ojalá, la flauta, que el Sporting es un equipín que defiende bien, y nada, absolutamente nada más. Si el público tuviese presencia en El Molinón (que así, a secas, se debe llamar nuestro centenario estadio), no hubiera permitido tamaña tacañería de patético juego. Antaño, las palmas de tango y las pañoladas castigaban por mucho menos ese antifútbol que hemos visto esta temporada. Ya sé que los de fuera dan tabaco y que el club tiene un dueño, pero la labor del entrenador es merecedora, para cualquier sportinguista que haya mamado algo de la esencia vertida sobre la moqueta de nuestro viejo templo, de agradecerle los servicios prestados y aconsejarle que cambie de aires.

El fútbol cobarde y encorsetado no gusta por estos lares, señor Gallego, así que si de mí dependiese, vaya vd. con Dios y “¡arrivederchi!”.

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