El día de la “tormentona”, en el que las tapas de las alcantarillas salieron despedidas como en esas películas en las que Belcebú abre las puertas del infierno y todo son chorros de azufre y lluvia negra, Sergio Ramos ha dicho adiós al Real Madrid. Esta vez no hubo reconciliación final sobre la bocina con el que todo lo manda. Repasando lo que ha venido sucediendo queda claro que el tito Floren sacó el capote y fue toreando y toreando al sevillano hasta conducirlo a la puerta de salida.
Fiesta homenaje exprés en Valdebebas –que en el Bernabéu siguen con las obras para transformarlo en mausoleo–, apretón de manos, palmadita en la espalda y a otra cosa. ¿Le regalará tito Floren a SR4 un reloj como último guiño? ¿O no se atreverá? Queda por ver si en la despedida Ramos se atreverá a morder la mano que le ha dado de comer –y muy bien, por cierto– todos estos años o habrá aprendido la lección.
Y no estaría mal que hiciera autocrítica: en unas semanas, sin Eurocopa y sin sitio en el Madrid. No todo lo arregla una cara bonita y unos abdominales tableta de chocolate. Para bailar con Satán a la luz de la luna hacen falta otras cosas
Aunque le cueste, bien haría Ramos en tragarse las ganas de ir al choque con el tito Floren como si se tratara de uno de los delanteros a los que ha secado en todos estos años. Amante de la moda (a su manera) y de los detalles, SR4 debería recordar que lo de despedirse con un portazo ya está muy visto en la casa: lo hicieron antes otras leyendas blancas que, por cierto, ya están de vuelta. Y no estaría mal que hiciera autocrítica: en unas semanas, sin Eurocopa y sin sitio en el Madrid. No todo lo arregla una cara bonita y unos abdominales tableta de chocolate. Para bailar con Satán a la luz de la luna hacen falta otras cosas.