Cuentan que cuando la plana mayor del Oviedo se reunió con Rubén Reyes en 2019 en una gasolinera de Benavente, la impresión no pudo ser mejor. Que clavó la entrevista de trabajo. Además del dominio del mercado, hubo un detalle que gustó mucho. Cuando Reyes hablaba de los hombres que había fichado para el Rayo, alguien preguntó por sus salarios. Los presentes quedaron asombrados con el sueldo tan asequible de alguno de aquellos destacados futbolistas. O el Oviedo pagaba demasiado a sus trabajadores o el Rayo se arreglaba con menos recursos. Seguramente habría un poco de cada cosa.
Precisamente eso, fichar bueno, bonito y, sobre todo, barato será su misión principal en el Oviedo de forma inmediata.
La temporada del asterisco, en el que algunos clubes se han podido saltar las estrictas normas del tope salarial, tendrá continuidad el año que viene, como ya ha decidido la Liga. Quiere esto decir que la inmaculada tesorería azul tendrá poca recompensa. Hay que preparase para otra plantilla de precio medio, otro equipo de clase media, lejos en potencial de los aspirantes, siempre que Slim no tire de Bizum. Ahí es donde los buenos directores deportivos pueden lucir informes.
Que sí, que el Elche subió con uno de los menores presupuestos y que el Almería se la lleva pegando varios años con desembolsos galácticos. Y por eso son recordados; porque son excepciones. Lo lógico es que los topes más altos encuentren sitio en la cima y que si tienes el noveno o décimo techo de gasto puedas acabar el 13.º, aunque el Cuco tire de chistera.
Y deberá Rubén Reyes acertar casi de inmediato, sin plazos de adaptación. Lo del Tartiere y la exigencia le viene de serie por su pasado como futbolista azul. Lo de avanzar a arreones y los whatsapps con doble check pero sin respuesta al otro lado del Atlántico sí le resultará más novedoso. Que tenga suerte y que fiche muchos “Advínculas” y “Franes Garcías” a precio de saldo.
