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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

El puente y el río

No es demasiado tarde. Estamos a tiempo. Ya sé que el fútbol moderno es una máquina imparable de producir novedades, sorpresas, cambios y trasvases. Que sí, que el fútbol no puede parar y los futbolistas tienen que moverse, los estadios tienen que modernizarse y cambiar sus nombres, los equipos tienen que adaptarse a las leyes del mercado, la retransmisión de los partidos tiene que agilizarse hasta que parezca un anuncio y el fútbol tiene que cambiar constantemente para que deje de ser lo mismo. Esa batalla está perdida. Kierkegaard decía que solo se cansa uno de lo nuevo, pero no de las cosas antiguas; y el filósofo danés insistía en que no debemos dejarnos engañar con la idea fantástica de que la repetición tiene que ofrecer siempre algo nuevo porque si no sobreviene el hastío. El fútbol ya no es así. Las cosas antiguas que hicieron del fútbol lo que es ya no interesan, y el hastío ante las novedades (desde el pesadísimo VAR a los formatos de las competiciones, desde la transformación de los futbolistas en estrellas del pop a la dictadura del representariado) se pega al alma del futbolero como un pelo a la cortina del baño. Pero hay tiempo.

Puede parecer que ya es imposible, pero no es así. Las luchas intestinas (y estomacales, y pulmonares, y cardíacas, y biliares) entre la Liga y la Federación, entre un tal Javier Tebas y un tal Luis Rubiales, entre no sé qué intereses y no sé cuáles intenciones es irritante, esotérica y nauseabundamente antifutbolera. La obsesión de los grandes equipos por obtener más ingresos a costa de lo que sea es la prueba de que algo huele a podrido en Dinamarca y lleva a los futboleros a preguntarse en qué momento se jodió el Perú. El intento de crear superligas, megacompeticiones y extracampeonatos mientras se mantiene la ficción de que el fútbol sigue siendo un deporte popular, democrático e imprevisible en el que siempre es posible un Leicester que gane la Premier League o un PSG derrotado en la Ligue 1 es, como decía el escritor francés Anatole France, lo mismo que decir que las leyes prohíben por igual a ricos y pobres dormir debajo de un puente. Por supuesto que el Real Madrid y el Rayo Vallecano pueden ganar la Liga. Por supuesto que el PSG puede no ganar la Ligue 1. Por supuesto que un equipo griego puede ganar la Liga de Campeones. Por supuesto que está prohibido que Florentino Pérez y un adolescente que ha escapado no se sabe cómo del horror de Siria duerman debajo de un puente. Pero no es lo mismo. Y, con todo esto, estamos a tiempo. Parece increíble. Pero estamos a tiempo.

No queda mucho margen, pero estamos a tiempo de convencer al Barça de que debe tirar a la basura el pantalón bicolor de esta temporada. No solo es feo. Es ridículo. Los futboleros podemos soportarlo casi todo. Pero ese pantalón, no.

Ricos y pobres seguirán sin poder dormir debajo de un puente. Pero estamos a tiempo de que el pantalón bicolor del Barca sea arrastrado por el río de la historia.

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