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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión del día sobre el Oviedo, el Sporting y el Barça: San Mateo y las causas perdidas

El recogimiento en las oficinas azules, la visita a San Mateo y Koeman como Al Pacino en "El precio del poder"

Piqué, en el suelo Europa Press

El buen momento clasificatorio de los dos grandes del “fúrgol” de la madreñina astur permite que la distancia que nos separa de los días de partido se viva con cierta calma. En Oviedo, por ejemplo, la estructura, lo que viene siendo Federico y sus íntimos del consejo, disfrutan de unas jornadas de recogimiento y convivencia consigo mismos alejados del ruido exterior. Están en modo perfil bajo, que dicen los que saben de esto, quizá por lo que pueda suceder en diciembre.

Ya les hacía falta a los azules un arranque liguero tranquilo después de los sobresaltos sufridos en las dos últimas temporadas. El mar azul y rojiblanco está tan manso, salvo por los solitarios comedonuts y adictos a los Doritos de siempre, que desde Gijón enviaron un pequeño contingente para que se dejara ver por el nuevo modelo de San Mateo, el del mojito en bolsa de plástico, el de las misas que acaban a paraguazos y el del concejal Rosón de madrugador botellón.

Los amantes de las causas perdidas deberían adoptar al técnico holandés, aunque ya se sabe cómo va a acabar la película: igual que Al Pacino en “El precio del poder” o Newman y Redford en “Dos hombres y un destino”

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Todo muy civilizado y sano, manteniendo las distancias y cumpliendo los horarios. O no. Pero, bueno, en días así nadie se altera por levantar un poco la mano siempre y cuando siga habiendo risas y no lágrimas.

Donde no están para fiestas es en Barcelona. La ejecución (deportiva) por capítulos a la que está siendo sometido Koeman demuestra cómo en situaciones de crisis nunca se toca fondo, hay subterráneos y subterráneos hacia los que seguir cayendo.

Los amantes de las causas perdidas deberían adoptar al técnico holandés, aunque ya se sabe cómo va a acabar la película: igual que Al Pacino en “El precio del poder” o Newman y Redford en “Dos hombres y un destino”. Pero no estaría mal que Laporta y el ejército boliviano que comanda se llevaran un buen susto, aunque solo sea para echarse unas risas. Y sí, que viva San Mateo.

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