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Fútbol es fútbol

Aristóteles no es una estrella del rock (y otros extraños casos futbolísticos)

1. El extraño caso del gol en fuera de juego en una jugada que no era fuera de juego. El gol de Mbappé en el partido España-Francia fue gol porque el árbitro y ese ente metafísico llamado VAR dijeron que fue gol. Pues vale. Ahora bien, más allá de las normas y de la interpretación de las normas, y ya que estamos hablando de metafísica, entender que el roce del balón con el taco de la bota de Eric García habilita a Mbappé es un atentado, o quizás un insulto, al espíritu fútbol. Que un defensa deba encoger la bota en una jugada como la del gol de Mbappé es tan absurdo como defender que la película “Cortina rasgada” es un “Hitchcock menor” o que Margarita de Inglaterra fue una “princesa rebelde”. Por favor. Un defensa tiene que defender, ninguna película de Hitchcock es “menor” y definir a una princesa de Inglaterra como “rebelde” repugna a la razón.

2. El increíble caso del reconocimiento oficial a Busquets. El jugador del Barça ha sido elegido mejor jugador de la Liga de las Naciones, por encima de Benzema, Lukaku o el mismísimo Oyarzabal, y eso es noticia porque, de repente, un hombre muerde a un perro o la lluvia no moja. Busquets es el futbolista más infravalorado del fútbol moderno, y ha sido enterrado tantas veces que podríamos decir que la UEFA ha premiado a un zombi, a un no-muerto, a una sombra del Hades. Pero no. Sergio Busquets es como esa música celestial que, según la filosofía pitagórica, provenía de la armonía de las esferas pero que no oímos porque está presente desde que nacemos, de modo que no es distinguible por contraste con un silencio opuesto. Los futboleros llevamos tanto tiempo escuchando la música celestial producida por el armónico juego de Busquets que en realidad ya no escuchamos nada, y por eso creemos que Busquets está muerto. Resulta que Busquets no ha muerto, sino que estaba de parranda musical y hasta la UEFA, que ya es decir, se ha puesto a bailar.

3. El sospechoso caso del equipo que se convierte en rico y famoso. El Fondo de Inversión Pública Saudí, o algo así, acaba de comprar el Newcastle como quien compra una docena de huevos en el supermercado. Así que los saudíes ya tienen su juguete, como los Emiratos Árabes Unidos se divierten con el Manchester City o Qatar se distrae con el Paris Saint-Germain. Todo muy futbolero. El sospechoso caso del Newcastle da la razón a Aristóteles, que decía que el movimiento requiere una causa, y también al atomista Demócrito cuando afirmaba que el movimiento es el estado natural en el vacío infinito. Un equipo de fútbol se mueve de forma natural a velocidad constante en el vacío (el Milan de estas últimas temporadas, por ejemplo), y solo cuando la velocidad cambia de magnitud o de dirección se requiere una causa de ese cambio (el Newcastle vendido a un Fondo de Inversión). Eso significa que el Fútbol Club Barcelona tendrá que escoger entre pasar unas temporadas de inercia en el vacío, o encontrar una causa que haga sonreír a Aristóteles.

4. El sorprendente caso de los entrenadores que se convierten en estrellas del rock. Un entrenador es un mecánico con el mono manchado de grasa, un cirujano plástico, un estratega en una habitación llena de mapas, un psicólogo de esos que tienen “mucha psicología”, un filósofo que cree en la “mano invisible” del fútbol o en la teoría del diseño, un geómetra melancólico, un albañil sometido a sus ladrillos, un arquitecto que nunca pisa la obra, un tipo en chándal con las manos en la espalda y la mirada de Medusa, un poeta que solo se siente inspirado en el área técnica y hasta un humilde alineador, pero no una estrella del rock. Casi nos hemos librado de Mourinho. No necesitamos más entrenadores que creen que los dioses crearon los cuerpos celestes para que los hombres pudieran medir el tiempo y a los entrenadores para que los futboleros pudieran medir el fútbol, el universo y todo lo demás. Montaigne decía de Aristóteles que remaba en todas las aguas y se metía en todo. Aristóteles se atrevería remar en las aguas del fútbol, pero jamás se disfrazaría de estrella del rock.

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