Algo así como Bruce Willis en “El sexto sentido”, Koeman descubrió de pronto que estaba muerto. Que no es que en el Barça le estuvieran haciendo el vacío, es que directamente no lo veían. Héroe del cruyffismo como jugador, nunca se le consideró digno de pertenecer a esa estirpe como entrenador. Los nuevos inquilinos de la planta noble culé nunca lo quisieron, tal y como se ufanaron en mostrar tanto en público como en privado. Ahora queda por ver si habrá finiquito para Koeman o si tendrá que pleitear por el cheque en los Juzgados como Setién, su antecesor en el cargo.
Mientras, aquí en la madreñina astur la tropa ya está en vela ante la llegada de la nueva jornada. Unos preparan el kit del perfecto sportinguista viajero: hay que planchar, perfumar y almidonar bufandas, banderas y lo que se ponga por delante. Sin olvidar el paraguas y las katiuskas, que el parte da agua. Los otros, los azules, empiezan a impacientarse. Enero está a la vuelta de la esquina y ya se sabe lo que suele ocurrir en esas fechas con los futbolistas que quedan libres.
Algo así como Bruce Willis en “El sexto sentido”, Koeman descubrió de pronto que estaba muerto. Que no es que en el Barça le estuvieran haciendo el vacío, es que directamente no lo veían
En esa situación se encuentra Borja Sánchez, portador del número “10”. En marzo todo estaba arreglado a falta de los famosos flecos. Un porrón de meses después, nada se sabe ni del contrato, ni de los flecos. Quedan dos meses, tiempo suficiente en el fútbol y en la vida para que pase de todo. Pero igual había que ponerse a ello, no vaya a ser que a alguno se le pase el arroz y el que iba a ser jugador franquicia acabe en otro escaparate.