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Alberto Menéndez

Lo que da un goleador

Un equipo que aspire a lograr éxitos necesita delanteros que marquen goles de manera habitual. Si el Oviedo está escalando posiciones en la clasificación y ya tiene a tiro de piedra los puestos de play-off es porque, por fin (al menos por el momento) ha encontrado un goleador, un jugador que de seguir como hasta ahora puede marcar la diferencia para que los azules pasen de ser un equipo vulgar, de la mitad de la tabla, a convertirse en serio candidato a luchar por el ascenso. Borja Bastón está cumpliendo con creces con los objetivos para los que fue fichado: ser el faro atacante de los de la capital del Principado, para lo que cuenta también con la estimable ayuda de Obeng.

Dos goles del nuevo nueve azul en los últimos minutos de los encuentros disputados en Ponferrada, el pasado domingo, y ayer en el Carlos Tartiere fueron decisivos para los azules. Con sus tantos Borja Bastón no sólo ha relanzado al Oviedo en la clasificación sino que también ha salvado de la quema a su entrenador, Ziganda, que había llegado a El Toralín casi con la soga al cuello. Pero, lo que es el fútbol, el navarro ha pasado en sólo una semana de estar a la puerta del cese a ver con más o menos tranquilidad su futuro.

Pero que Bastón acertara en el minuto 90 y marcara en la la portería defendida por Dani Martín el segundo gol no quiere decir que los oviedistas ofreciesen un gran espectáculo. No, ganaron, pero también habrían podido perder porque, como ya había ocurrido ante el Burgos la defensa mostró de nuevo demasiadas grietas, dio demasiadas facilidades. Los pupilos de José Alberto tuvieron ocasiones para lograr los tres puntos, con dos tiros a los postes del marco de Femenías y alguna ocasión más. Pero la suerte sí se alió en la tarde de ayer con el Oviedo, que también es verdad, pudo haber ampliado su ventaja antes del empate de los andaluces.

Después de ver lo sucedido en el primer tiempo era difícil de predecir un segundo tan complicado para los azules. El Oviedo, en la fase inicial, supo controlar sin mayores problemas a los malacitanos, que no llegaron a disparar ni una sola vez entre los tres palos en esos primeros 45 minutos. Las situaciones de peligro (no muchas, ciertamente) fueron exclusivamente de los de casa.

La segunda parte comenzó como había acabado la primera, con un Oviedo aparentemente dominador. Pero fue solo un espejismo, ya que de forma incomprensible los de Ziganda no solo dieron un pasito hacia atrás, sino varios. Parecía que empate era sólo cuestión de tiempo, como así sucedió. Entonces sí, entonces Ziganda ordenó ir al ataque con todo. El equipo azul se desordenó y regaló muchos espacios. A los oviedistas les faltó equilibrio en esta segunda parte: primero encerrándose demasiado en su área y después olvidándose en exceso de ella. Menos mal que el goleador, que Borja Bastón, tenía su día y que fue capaz de poner broche de oro, broche de felicidad, a una tarde futbolística demasiado cambiante

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