La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión del día sobre el Oviedo y el Sporting: Tebas y la cartulina

El aficionado al fútbol se ha convertido en cliente de una empresa en la que no hay servicio de atención al consumidor y luego pasa lo que pasa: un niño se hace viral porque le mandan retirar una pequeña pancarta que hizo con su padre en homenaje a uno de sus ídolos

Javier Tebas y el cartel que un niño aficionado del Oviedo tuvo que retirar en Butarque LNE

Hace unas semanas, en la previa de una tertulia radiofónica, alguien contaba que uno de los recuerdos de infancia que guardaba con mayor cariño fue aquella tarde en la que saliendo del colegio se encontró con Quini y cómo el mito rojiblanco se paró, le hizo un par de carantoñas y le regaló una insignia.

Dos minutos en la vida de El Brujo, un recuerdo imborrable para aquel colegial. Pero eso ya es pasado. Ahora, en el presente, el nuestro, los grandes empresarios del “fúrgol” se quejan de que los jóvenes se están “quitando” del balompié. Que hay desapego entre la chiquillería porque tienen infinitas formas de entretenimiento.

Por eso andan buscando nuevas vías para enganchar a los futuros clientes. Sí, el aficionado, el seguidor, el abonado hace tiempo que es un cliente de una empresa en la que no hay servicio de atención al consumidor. Así nos luce el pelo. Y así acaba un niño, pongamos que se llama Diego y es del Oviedo, siendo viral porque tiene que quitar por orden de la autoridad competente la cartulina-collage-homenaje a uno de sus ídolos que ha pintado con su padre para ir al fútbol.

Disgusto del paisano, disgusto del niño e indignación generalizada entre los clientes. Es lo que hay, amiguitos. El cartel tapaba alguna publicidad o daba mal en cámara. ¡Vaya usted a saber! Para los dueños del espectáculo la cartulina de Diego está de más, molesta. Comer y callar. Pagar y no levantar la mano. Esto es para lo que ha quedado el aficionado en el “fúrgol” de Tebas.

Que los bancos o las eléctricas no tengan corazón se puede hasta llegar a entender, pero que no lo tenga un club de fútbol, una empresa que vive de los sentimientos, no parece una gran estrategia comercial

decoration

Pero es la evolución lógica. Primero construyeron un muro entre la prensa y los jugadores –bien reforzado por la pandemia– para que las entrevistas y los reportajes los acabaran haciendo expertos en marketing contratados por los clubes para convertir a los muchachos en bustos de cera con los que hacer caja. Luego se blindó a los muchachos de los clientes: entrenamientos a puerta cerrada, vallas, señores con porra... Y ahora, esto.

Que los bancos o las eléctricas no tengan corazón se puede hasta llegar a entender, pero que no lo tenga un club de fútbol, una empresa que vive de los sentimientos, no parece una gran estrategia comercial. Eso sí, en lo peor de la pandemia “os echamos de menos” en la grada y tal y tal, pero de vuelta a la normalidad ver, oír y pagar.

Una duda, señor Tebas, ¿qué recuerdo cree que habrá atesorado Diego sobre el fútbol? ¿Piensa que cuando le toque a él llevará a sus chiquillos al campo? Se admiten apuestas. ¿O también están prohibidas? Ah, no, con eso no problem. Barra libre. Y se quejan del desapego.

Compartir el artículo

stats