El “caso Djuka” rueda y rueda montaña abajo y la bola crece y crece. Los críticos han tomado el mando de las operaciones. Y no sin razones para ello dado que en la decisión de no vacunarse de Djuka confluyen factores que van más allá del “fúrgol”. Ya se le señala como un egoísta e irresponsable. Con un montón de muertos y una crisis económica tamaño XXXL se mezcla el debate moral con el de los derechos individuales, los de la colectividad y la legislación laboral.
En una sociedad ideal puede que Djuka tuviera que resarcir al resto por los daños y perjuicios que está causado. No hay vacuna, no hay billetes. Pero… (rellenen a su gusto los puntos suspensivos). Luego surge otro debate, el de cómo el Sporting, no se sabe muy bien por qué, se está convirtiendo en pionero en este tipo de cosas. Cierto es que en los tiempos dorados fue pionero, por ejemplo, en hacer historia subiendo de Segunda y clasificándose seguidamente para la UEFA.
En el próximo pedido de material de oficina, bien harían los de la zona abuhardillada de Mareo en solicitar un buen suministro de agua bendita, tréboles de cuatro hojas y patas de conejo
Pero en la etapa del color en calidad HD ha abierto brecha en temas no muy agradables: “estrenó” la moda de los reportajes de investigación con cámara oculta, la ley concursal… Y en cuestión de un año, en los tiempos del cólera, protagoniza el “covidgate”, uno de los brotes de coronavirus más mediáticos por cómo se produjo, y ahora desprecinta, a su pesar, el debate sobre los jugadores negacionistas.
En el próximo pedido de material de oficina, bien harían los de la zona abuhardillada de Mareo en solicitar un buen suministro de agua bendita, tréboles de cuatro hojas y patas de conejo. Lo que haga falta para acabar con el gafe.