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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Napoleón, Federico II y el lateral derecho

Las diferencias entre el final de las carreras de Cristiano Ronaldo e Ibrahimovic y el de la de Dani Alves

Cristiano Ronaldo y Zlatan Ibrahimovic son futbolistas tan desmesuradamente grandes que, en el crepúsculo de sus carreras, han perdido la mesura cuando juegan con sus selecciones. ¿Qué pretendía Ronaldo con ese imposible disparo a puerta en el descuento del partido Portugal-Serbia? ¿Buscaba el empate, o hacer su leyenda aún más grande? ¿Y qué sentido tenía la carga por detrás de Ibrahimovic sobre Azpilicueta cuando Suecia se desangraba contra España? ¿Fue producto de un intento desesperado de marcar un gol en el descuento, o la prueba de que cuando los ángeles ya no acompañan solo queda recurrir a los demonios? Desde hace algún tiempo, Ronaldo e Ibrahimovic tienen cara de estar comiendo almendras amargas, gestos de futbolista de patio de colegio que se enfada cuando su equipo no gana y se acerca la hora de volver a clase, y movimientos que solo tienen sentido en un sistema ronaldocéntrico o ibrahimovicentrista. Como Napoleón gracias a su victoria en la batalla de Austerlitz, Ronaldo e Ibrahimovic ya han pasado a la historia a golpe de goles inolvidables y victorias deslumbrantes pero, también como Napoleón, el futbolista portugués y el gigante sueco están cometiendo un viejo error: no saben parar.

El historiador Geoffrey Parker dice que Napoleón estaba condenado a fracasar antes o después porque demostró un gran talento para derrotar en campaña a sus adversarios de uno en uno, pero nunca tuvo un objetivo final que le satisficiera y garantizara a Europa una estabilidad duradera. A pesar de su habilidad táctica y operativa, Napoleón no supo qué era suficiente ni cuándo debía detenerse. ¿Quién puede dudar del talento de Ronaldo y de Ibrahimovic? ¿Y quién sabe cuál es el objetivo final de dos futbolistas insaciables que están siempre hambrientos de títulos, de gloria, de reconocimiento y de atención? Demasiada ambición para un militar y estadista que lo quiso todo y muy poca mesura para dos futbolistas que se resisten a dejar de serlo todo para sus equipos. Para algunos, como bien sabía James Bond, el mundo nunca es suficiente.

¿En qué se diferencia el regreso de Dani Alves al Barça de la permanencia de Ronaldo e Ibrahimovic en las selecciones de Portugal y Suecia? En que Alves ha entendido que no es Napoleón porque, entre otras cosas, nunca lo fue ni pretendió serlo. Así que Alves se parece más bien a Federico II de Prusia, conocido como el Grande, que tras apoderarse de Silesia dijo que a partir de ese momento no atacaría ni a un gato si no era para defenderse a sí mismo. Creo que Alves habría preferido la paz sostenida en el final de su espléndida carrera futbolística pero, del mismo modo que Federico II no tuvo más remedio que tomar parte en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), Alves aceptó la oferta del necesitadísimo Barça de Xavi obligado por su deseo de disputar un último Mundial con la selección de Brasil. Alves jugará en el Barça no para atacar a los gatos, sino para defenderse a sí mismo ante la amenaza de no formar parte de la selección de Brasil en el Mundial de Qatar. Ronaldo e Ibrahimovic, en cambio, no juegan para defenderse a sí mismos, sino para atacar a los que entienden que ha llegado la hora de que esos dos napoleones del fútbol se retiren a sus islas antes de que la historia los destierre.

Napoleón no supo parar, Ronaldo e Ibrahimovic no quieren detenerse y Federico II vuelve a ser el lateral derecho del Barça. Maneras de vivir.

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