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La discreta tormenta campeona de Europa

Ante la muerte de Gento, una de las leyendas del Real Madrid

Se nos ha ido Paco Gento, “la Galerna del Cantábrico”. A la sombra del Barcelona de las cinco Copas, y tras construir un estadio moderno, el Real Madrid empezó a fichar talentos internacionales. Rial y Di Stéfano eran dos de los tardíos talentos de la primera edad dorada del fútbol argentino. Didí, el campeón mundial brasileño. Kopa, la perla francesa. Santamaría el cierre uruguayo y Puskas el magiar mágico, cañoncito Pum.

Todos pasaron por el Bernabéu, aunque no todos triunfaron ni coincidieron. El caso es que a esta colección de estrellas la respaldaba un armazón hispano con más trabajo que talento. Ningún español se consolidó en el ataque blanco de aquella época. Ninguno excepto Paco Gento.

A Di Stéfano, que había jugado en Argentina y Colombia, le sorprendió de él su fuerza, resistencia, dureza y velocidad. Como extremo, Gento no tenía la calidad y regate de Garrincha, pero abría el campo generando espacios para sus compañeros, reventaba a los defensas por pura velocidad, resistía el juego duro de la época y replegaba rápido tirando de unos pulmones inmensos. A su llegada al Real Madrid, sus condiciones físicas no parecían compensar sus limitaciones técnicas. Se planteó una cesión de vuelta a su Santander natal, quizá al Celta, pero Di Stéfano en persona se posicionó en contra. El argentino ya había cambiado al equipo, pero le vino a decir a Bernabéu que las condiciones técnicas se podían pulir, pero no había nadie con su velocidad y que su golpeo, aunque impreciso, era potente.

Escribiendo de Gento uno piensa en que aún hoy la paciencia es necesaria (Vinicius) si en su primer año como madridista (con apenas 20 años) Gento no vio puerta. En el segundo ya anotó seis goles, mejoró la conducción de balón, pulió el regate y refinó el potente golpeo. Además, sus centros empezaron a ser un problema para los defensas rivales y su tiro se convirtió en una amenaza. Con Rial y Di Stéfano asociándose en el centro del ataque, Gento, bien abierto, esperaba su oportunidad para descoser las defensas por los bordes del campo.

Se hizo famosa también su capacidad para frenar en un instante, rompiendo a sus rivales, que galopaban intentando mantener su ritmo y de golpe corrían solos. En las cinco Copas de Europa consecutivas fue titular. Di Stéfano, y luego Puskas, le adoraron por que aprendieron que con él solo había que estar rápido de piernas para llegar donde pusiera el balón. El ocaso del Madrid de Di Stéfano no fue el de Gento, apenas tenía 27 años en el mítico título europeo del 60. Aquella temporada reventó sus cifras goleadoras. Estaba en plenitud.

Su juventud y notable condición física le permitió enlazar a los pentacampeones con el Madrid “ye-yé”. Allí le disfrutaron Amancio, Grosso o Velázquez, y con ellos conquistó su sexta Copa de Europa. Esta marcaba ¿para siempre? su carrera como algo excepcional. Alfredo Di Stéfano tiene cinco Copas de Europa (1956,1957,1958,1959 y1960), Paolo Maldini otras tantas (1989, 1990, 1994, 2003 y 2007), al igual que Cristiano Ronaldo (2008, 2014, 2016, 2017 y 2018). Nadie, solo Gento, ha alzado seis.

Antes de ganar la sexta, fue parte de la selección española campeona de la Eurocopa de 1964. Para entonces, Gento era un superviviente del desastre del 62. España había acudido a este Mundial con Di Stéfano, Puskas, Santamaría, Luis Suárez, Paco Gento, Peiró, Del Sol, Adelardo y Collar. La plantilla entera eran jugadores de cierto prestigio, y con estrépito se fueron en la fase de grupos. La revolución posterior no se lo llevó por delante. Gento no jugo semifinales ni final. Pereda, Marcelino Lapetra y Amancio estaban en un estado de forma excepcional, pero sí fue importante en las eliminatorias previas, donde su experiencia y gol parecieron dar confianza a un equipo muy joven en el que junto a Luis Suárez ponía unas muy necesarias gotas de veteranía.

Gento, sencillo, trabajador y honrado, nunca conquistó merecido reconocimiento. Es uno más de esa larga estirpe de futbolistas españoles a los que sus gestas no les alcanzan para gozar de reconocimiento internacional. Quizá sea esa tendencia muy española a destacar como parte de un todo, a ceder protagonismo y compartir liderazgos. El Madrid de Di Stéfano fue el Madrid de Di Stéfano (y también de Gento), pero el Madrid yeyé fue un conjunto coral. Igual que el equipo del 64, donde destacaba Luis Suárez, pero mucho ojo con tipos como Zoco, Iribar, Pereda, Marcelino, Lapetra o Amancio. Gento se ganó el sincero afecto de jugadores y aficionados, rivales y compañeros. Presidente de honor del Real Madrid, se retiró y se ha ido sin escándalos, dejando para la posteridad un palmarés europeo sin parangón y unos sobrinos y sobrinos nietos que han destacado en el baloncesto y el fútbol. Aún hoy, vemos en Marcos Llorente, a un sobrino nieto de Gento (y nieto de su compañero Ramón Grosso) recorriendo con impresionante capacidad física los campos de España con la camiseta del Atlético de Madrid.

El fútbol, el deporte de competición en general, es algo muy anecdótico de lo que disfrutamos dando relevancia. Figuras como Gento justifican con su forma de ser la relevancia que les damos. 88 años dan para mucho y preparando este texto uno repasa sus declaraciones. Recuerda con cariño a Di Stéfano o Bernabéu, pero también a figuras más desconocidas que propiciaron su fichaje por el Real Madrid; habla bien de los futbolistas actuales y no olvida que Rial fue decisivo en su crecimiento como futbolista. Pero también se ve que entiende que la exposición es para lo bueno y para lo malo y que nadie escapa a la crítica.

Y es que Gento ya lo dijo: el secreto de aquel Real Madrid era que todos eran obreros, nadie se tenía por el arquitecto, y que de Bernabéu al último conserje todos se conocían y ponían a la institución por encima de todo.

Descanse en paz y que sean ejemplo sus valores.

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