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El tenis para la vida

Sobre la trayectoria deportiva y humana de Rafa Nadal

Hoy me viene a la mente una gran frase del genial Woody Allen que dice que el 80 por ciento de éxito en una empresa se basa en insistir, en darse la oportunidad de estar ahí. Solo cuando apartas la vista de tu meta ves los obstáculos como molinos gigantes que amenazan tu estabilidad, tus ganas de triunfo, tu objetivo final. Y Rafael Nadal solo sueña, y quien sueña comienza el camino hacia el triunfo. Pero esto, señores, no es fruto de la casualidad. La capacidad de resiliencia, de sobreponerse a la derrota, la valentía en la lucha y el triunfo sobre el miedo y sobre las dudas se forja desde niño. Y en esto el tío Toni es único. Siempre me ha llamado la atención una frase singular que el creador de la leyenda cuenta en sus charlas motivacionales: “Nunca una excusa nos hizo ganar un partido”. Y Rafael jamás esgrime excusas. Juega, cae, se levanta, acepta el fracaso, y siempre reniega de no haberlo intentado.

Los números que este deportista ha conseguido están para ser analizados, desgranados hasta el milímetro por los especialistas, pero sobre la frialdad de las estadísticas está el hombre. El ser humano único e irrepetible. En mi opinión el mejor deportista de la historia. Ustedes podrán discutir esas cifras, esos logros, pero nunca podrán cuestionar que Rafael Nadal Parera es absolutamente singular. Y su mayor logro estriba en comprender que los éxitos se cimientan en el sacrificio, en la lucha, en el valor, en la honestidad, en el trabajo diario, en la sencillez de lo ordinario, en la voluntad de nunca rendirse, en la ilusión de aprender algo nuevo cada día.

Yo suelo preguntarme cuál es la razón por la que Rafael sigue jugando al tenis. Y siempre acabo llegando a la misma respuesta. Porque le apasiona lo que hace, porque siempre encuentra un aliciente, porque comprende, desde una humildad inusitada, que la mejor forma de avanzar hacia el futuro es construyéndolo tú mismo.

Nadie, jamás, podrá derrotar a las personas que no se rinden. La lección de Rafael es tan única como efectiva. El principal protagonista de tu vida eres tú mismo. En ti está la capacidad de cambiar tu vida, de transformarla, de vencer. Tú eliges hasta dónde. Nadie puede hacerlo por ti. Avanza con confianza hacia tus sueños y trabaja duro para lograrlos. Inténtalo siempre pues tu actitud es la fuente de la felicidad.

En un mundo en el que los seres humanos buscamos el éxito inmediato invirtiendo en este poco tiempo y esfuerzo, Rafael y otras muchas personas anónimas nos demuestran cada día que, en la voluntad, el buen carácter y el desarrollo personal se encuentra la felicidad. Todo esto puede resultar pura teoría vacía y solo llena de buena prosa, pero es más hermoso, útil e inteligente huir de la queja y trabajar con exigencia, esfuerzo y honestidad. Solo así alcanzaremos la satisfacción personal de haberlo intentando a pesar del fracaso, con el miedo necesario para seguir avanzando hacia la gloria. Pero esa Rafael, hoy está reservada para ti.

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