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Antonio Rico

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La opinión de Antonio Rico: El caño de Pedri y las serpientes de Indiana

Creo que el caño de Pedri a Balenciaga en el partido Barça-Athletic Club está a la altura de los famosos caños de Riquelme o Xavi, pero no puede entrar en la categoría de esas jugadas que cambian partidos (e incluso la historia) como la cola de vaca de Romario a Alkorta en el partido Barça-Real Madrid de la “manita” que culminó Iván Iglesias con el quinto gol azulgrana. Los goles de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México están fuera de cualquier categoría, la cola de vaca de Romario está en la categoría de jugadas que cambian la historia, y el caño de Pedri es como el escape de Indiana Jones rodeado de serpientes en el Pozo de Almas de “En busca del Arca Perdida” que es muy espectacular pero no impedirá que el Arca de la Alianza termine en posesión de los nazis. En todo caso, lo mejor del caño de Pedri no fue el caño de Pedri, sino lo que dijo Pedri después del partido.

El filósofo estoico Epicteto, que fue esclavo en Roma, sostenía que el deporte es una metáfora que nos enseña cómo deberíamos combinar la despreocupación con el afán, de manera que nos iría mejor si afrontáramos nuestras tareas con empeño y a la vez con cierta ligereza infantil. Eso es lo que hacen los que juegan bien a la pelota, dice Epicteto, pues a ninguno de ellos les importa la pelota como bien, sino cómo tirarla y recibirla, y ahí reside la armonía y la maestría. Irene Vallejo, en su comentario a estas palabras de Epicteto incluido en su precioso libro “El futuro recordado”, lo resume de forma perfecta: pasión y distancia. Los grandes jugadores, añade Vallejo, son aquellos que, sin obsesionarse por el balón, entienden la estrategia en su conjunto, inventan jugadas y ceden a otros la emoción de culminarlas. Y eso es exactamente Pedri en general y el caño de Pedri a Balenciaga en particular. Estrategia, invención y cesión. Cuando Pedri fue entrevistado después del partido, la gran pregunta tuvo que ver no tanto con el resultado del partido como con el caño que levantó la admiración (y el trasero) de los aficionados del Camp Nou. La respuesta de Pedri habría levantado también la admiración (y el trasero) de Epicteto: “En el momento del caño estaba cagado por si la perdía”. La “mano de Dios” y la “jugada de todos los tiempos” de Maradona ante Inglaterra, como el Alpe d´Huez o el Angliru, están fuera de categoría. La cola de vaca de Romario, como los diez días que estremecieron el mundo en la revolución rusa, cambió la historia de un equipo. El caño de Pedri, como las hazañas de Indiana Jones, dejan las cosas como están pero mejorando lo que había. Cuando estaba presionado por Balenciaga, a Pedri no le importaba marcar gol sino no cagarla perdiendo la pelota; y cuando estaba presionado por las serpientes, Indiana no estaba pensando tanto en salvar su vida como no cagarla al permitir que los nazis se hicieran sin más con el Arca de la Alianza.

El caño de Pedri y la habilidad de Indiana tienen ese anhelo de perfección del que hablaba Epicteto que caracterizan al buen futbolista y al arqueólogo con recursos, pero también cierta dosis de indiferencia, de distancia. Un caño a Balenciaga para no perder la pelota y una huida del Pozo de Almas lleno de serpientes para no perder de vista el Arca de la Alianza. Pero, sobre todo, no cagarla.

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