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Alberto Menéndez

Un Oviedo cada vez más convincente

El mejor Oviedo ha aparecido en el momento más oportuno, en el de la verdad; en la última docena de partidos de la Liga, aquellos que eran considerados capitales por el ex entrenador azul y ex seleccionador Luis Aragonés. Seis partidos ganados de seis jugados es algo muy difícil de conseguir en una competición tan complicada y disputada como la Segunda División española. El Oviedo lo ha logrado, en ocasiones, como ayer ante el Mirandés, a base de buen juego, y en otras, por su fe en la victoria, como sucedió la jornada anterior en Alcorcón. Por supuesto que para coger una racha así siempre es necesario que te acompañe la suerte.

El Oviedo ha ido ganando confianza a medida que ha ido avanzando el campeonato. Siempre fue un conjunto difícil de vencer (es el segundo club con menos partidos perdidos, siete, solo superado por el Eibar, con seis) pero poco a poco ha ido creyendo más en sus posibilidades y, de centrarse en no caer derrotado, ha pasado a no conformarse solo con el empate y apostar, sobre todo, por la victoria. Con jugar a no perder, a lo máximo que se puede aspirar es a no perder la categoría. Con la nueva mentalidad los objetivos ya son otros mucho más ambiciosos, que es en lo que está ahora el equipo de la capital del Principado: intentar entrar en los puestos de la clasificación que dan opción a luchar por el ascenso, es decir, a soñar con el regreso a Primera, después de más de dos décadas de mucho sufrimiento para una afición acostumbrada a estar con asiduidad entre los grandes del fútbol español.

El Carlos Tartiere, por fin, se ha convertido de nuevo en un fortín, en un campo en el que el Oviedo se encuentra muy a gusto, tras dos temporadas en las que el estadio de La Eria era de todo menos un bálsamo para los jugadores azules: disfrutar disfrutaban poco, padecer padecían mucho. Y sus seguidores más aún. Y es en el Tartiere, sobre todo, en donde el combinado de Ziganda se muestra cada vez más convincente, más seguro de sus posibilidades. Después de las decepciones en casa ante el Huesca y la Real Sociedad B el Oviedo logró reconducir la situación: ahora es un equipo que transmite seguridad y al que es muy difícil marcarle tantos en su feudo. Ayer, por ejemplo, en ningún momento dio sensación de que el Mirandés podría dar la sorpresa.

Pero quizás lo más destacable de los carbayones en las últimas semanas es el gran papel que están jugando la gran mayoría de los miembros de la plantilla, sean considerados titulares o no. Probablemente el caso más llamativo sea el de Montiel, que de estar a punto de marcharse a mitad de temporada ha adquirido un rol fundamental en el equipo en las segundas partes de los partidos. Pero no sólo él. Ayer, por ejemplo, quien cumplió con creces (siendo quizás el más destacado del encuentro) fue Sangalli: dio el pase del gol de Obeng, le hicieron el penalti que marcó Bastón y luchó sin desmayo durante todos los minutos que permaneció en el terreno de juego. Y Javi Mier hizo de Brugman y lo hizo a la perfección. Eso ayer, sin embargo, en Alcorcón quienes destacaron y dieron la victoria a los azules fueron Rama y Matheus, que salieron de refresco en la segunda parte. Acertaron todos ellos, pero quien se lo permitió hacer fue su entrenador: Ziganda está dando cancha a jugadores de gran calidad que, por lo que se ve, para nada se sienten aparcados o desaprovechados por salir desde el banquillo. Todo lo contrario.

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