El Oviedo prosigue pasito a pasito con el diseño de su nueva plantilla. Se asume que habrá ofertas por los que mejor lo hicieron en el curso del casi, así que habrá que buscar plan B por lo que pueda ocurrir, además de cubrir las plazas de los jugadores que acaban contrato y los cedidos que se van y ya se verá si regresarán a la casa azul. De lo que el oviedismo sigue a la espera es de saber qué ocurrirá con Borja Sánchez, al que le queda una semana de contrato.
Es uno de los deberes de Tito y una de las herencias recibidas de la etapa de Rubén Reyes. También están sobre la mesa la campaña de abonados y la posibilidad de «tocar» los precios a la baja, tal y como vienen reclamando hace años las peñas, para alcanzar los 20.000 abonados. Ya se sabe: las cosas de palacio y tal y tal.
Mientras, a 28 kilómetros la tropa se ilusiona (o no) con lo que será el proyecto de los mexicanos de Orlegi. Todo indica que habrá un traspaso de poderes ordenado y que no habrá revolución no se vaya a alterar el ecosistema de Mareo, poco o nada acostumbrado a ciertas cosas.
En lo deportivo está la incógnita de cómo será el trae y lleva de jugadores. Si se seguirá confiando en los mercados habituales, si habrá desembarco de futbolistas del otro lado del charco o si se optará por un modelo mixto. Sea lo que sea, y después de una temporada en la que el Sporting se jugó el cuello literalmente, al alto mando rojiblanco ya le toca acertar, ¿oyisti?