Y así, queridos amiguitos, se escribe la historia contemporánea del “fúrgol” en la madreñina. En quince días, los dos grandes de la pelotita en la región han cambiado de dueños. De la notaría de Madrid de la que salió sonriente Javier Fernández tras vender el Sporting a Orlegi, al comunicado en el que el Oviedo anuncia que pasa a manos del también mexicano Grupo Pachuca, con Carso, el salvador de la casa azul hace más de nueve años, quedándose con un discreto 20 por ciento del accionariado de la entidad carbayona. El nuevo fútbol, cuentan, exige tanto músculo económico como profesionales del asunto al frente del negocio.
Esa parece que es la idea de los nuevos mexicanos del Oviedo, que ponen a manejar el asunto a dos ejecutivos, uno de ellos, el presidente, con sangre asturiana. Luego, el morbo está servido, ya que la competencia entre Orlegi y Pachuca en la tierra de Pancho Villa es de las que tiene mucho picante. Queda por ver si esto se trasladará a lo que viene siendo el tenso y frágil ecosistema de las relaciones Sporting-Oviedo. Pero, y aunque los acontecimientos son vertiginosos y en vista de lo sucedido no se sabe lo que aparecerá en la siguiente curva, para conocer qué pasará queda un tiempo. Lo que sí se puede ir haciendo es preguntas sobre qué ocurrirá a partir de ahora, si Carso realmente se hará a un lado o seguirá teniendo peso a la hora de las grandes decisiones. El tiempo dirá. El mismo que mostrará si la apertura del fútbol asturiano a los nuevos modelos de gestión del “fúrgol” será fructífero o pasará aquello del balón, la palangana y la onza de chocolate.
