Cunde el desánimo entre las tropas en ambas orillas del Potomac. Los azules de Pachuca ven con preocupación cómo el asunto no carbura y cómo en el Tartiere los rivales pescan con poco. Los que saben de esto lo achacan a la falta de puntería, que jugar con dos delanteros es de un "fúrgol" de otra época, y a la poca capacidad para generar juego en la sala de máquinas. No faltan los que afilan el lápiz ante la promesa de que este año habría espectáculo (sobre el césped, se entiende) y que de momento se ha traducido en tres goles (dos de penalti) en seis partidos. Los agoreros ya hacen chistes sobre si la primera gran catarsis llegará en tiempos del Desarme o ya en los melancólicos días navideños.
Mientras, en la tierra rojiblanca de Orlegi se buscan explicaciones a las dos últimas derrotas, ambas acompañadas de la incapacidad de los muchachos del Pitu para levantar el asunto cuando la cosita no se pone de cara. Siguen los que añoran a los mediapuntas que ya no están y se añaden los que primero se ponían húmedos con el capitán de Boca y ahora se quejan de la lentitud de los centrales rojiblancos. Es lo que pasa cuando la pelotita no sonríe a la causa. Pero que no cunda el pánico entre las masas, que queda mucho "fúrgol" por delante. Lo que está por ver es si habrá más tardes de gloria que de lágrimas y bostezos. Para lo demás nos queda el baloncesto, donde los nuestros acabaron campeones por sorpresa, ¿oyisti, güey?