Para acabar con todos los males, intensidad. Esta es la receta que Bolo quiere aplicar para que el plan que tiene para el Oviedo empiece a funcionar. Nada nuevo en este "fúrgol" en el que, cuando las cosas no salen, todo lo que va mal se quiere arreglar a base de testiculina. El objetivo es dejar atrás cuanto antes la decepción frente al Ibiza, próximo visitante en El Molinón. Los azules acudirán a Lugo ya con prisas. Parece que lo harán solos tras la decisión de las peñas carbayonas de no tragar con los precios del equipo del peculiar Tino Saqués, que en estas páginas afirma que el "fúrgol" no es una ONG. El negocio es así, y como tal unos tienen el derecho a cobrar lo que quieran y otros a pasar palabra y verlo por la tele. Habrá que preguntar qué opinan los hosteleros lucenses.
Mientras, a 28 kilómetros se está a la espera de conocer qué hará Abelardo para suplir las bajas provocadas por el "virus FIFA", en otra prueba más de que en esto del balón hay clases y clases. Luego ya está lo de los cánticos racistas en el Metropolitano contra Vinicius, el jugador de moda. Por la banda ya ha entrado hasta Pedro Sánchez, el que un día se descuelga diciendo que Scariolo no vale para eso del basket y luego le llena el pecho de medallas. Cosas de estos tiempos en los que, una vez enviada al más allá Queen Elizabeth entre rezos y lloros de monárquicos y republicanos de toda de la vida, aparece en escena el rey Carlos III (no confundir con el del brandy "saltaparapetos"), que, visto lo visto, va camino de dejarnos grandes tardes de gloria, ¿oyisti, güey?