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Alberto Menéndez

Intensidad sí, creatividad poca

El Oviedo se mostró solidario, dejó la tristeza a un lado y puso a la afición de su parte

El Oviedo logró anoche regresar a la senda de la victoria. Ese era su principal objetivo después de no haberlo logrado en los ocho partidos anteriores. Los tres puntos eran el gran objetivo de los azules. Si además lo lograban a través de un buen juego mejor que mejor. Eso finalmente no se produjo ante el Málaga, pero al menos en el segundo tiempo sí se vio un conjunto intenso y muy solidario, que no dio un balón por perdido y que a diferencia de partidos anteriores en el Tartiere dejó la tristeza a un lado y logró poner a los aficionados de su parte, lo que no es poca cosa visto lo sucedido en las últimas semanas.

El Oviedo del segundo tiempo seguro que se va a parecer mucho al que tiene en mente el nuevo entrenador carbayón, Alvaro Cervera. Después de adelantarse en el marcador al filo del descanso, los de la capital del Principado se centraron fundamentalmente en los segundos 45 minutos (que acabaron siendo 52) en tapar todos los huecos posibles para evitar el empate de los andaluces. Y lo hicieron con bastante acierto, ya que el conjunto de Pepe Mel apenas tuvo oportunidades ante la portería del arquero azul. No hubo los despistes de bulto a los que se habían habituado los defensas azules. Lo que continua sin aparecer en el equipo oviedista es la creatividad, la chispa ofensiva que permita a los goleadores del equipo (que los hay) disponer de ocasiones para marcar.

No es que estuvieran brillantes dos jugadores de la experiencia de Luismi y Montoro, pero al menos en la segunda parte (a diferencia de sus últimas actuaciones) se desfondaron en tareas defensivas, lo que agradeció el equipo. Es evidente que a los carbayones les falta clarividencia a la hora de atacar el arco contrario. Una tarea ésta que, en principio, estaba previsto que la protagonizaran Koba y Borja Sánchez. Es de esperar que así sea de verdad cuando se recuperen de sus lesiones. Peloteros en Segunda hay muchos, jugadores de calidad, pocos, muy pocos.

El primer tiempo del Oviedo fue para olvidar pero, así y todo, se fue al descanso con un gol de ventaja, logrado por Borja Bastón en el minuto 49 al transformar un penalti por mano de un defensa malacitano. Fue lo mejor, por no decir lo único que hizo el equipo azul en la primera parte, en la que la creación del centro del campo carbayón simplemente no existió. No hubo control del juego ni un sólo acercamiento con peligro a la portería defendida por Reina. Todo era previsible y si algún equipo tuvo alguna oportunidad de marcar (hasta el tanto azul) ese fue el Málaga, que tampoco es que demostrara demasiadas cosas, pero al menos alguno de sus jugadores sí intentaron la jugada individual y meter balones al área para posibles remates. En definitiva, un Oviedo el de Cervera del primer tiempo como el que había dejado una semana antes Bolo. Eso sí, con la suerte de cara, la que luego le permitiría afrontar de otra manera, con más confianza, la segunda parte y sacar adelante un complicado partido.

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