Opinión | QUITAR EPÍGRAFE

Laura Tuero

El fútbol a sol y sombra

¿La ciudad precisa de una operación urbanística, un recinto para 40.000 personas y el gasto de la reforma y mantenimiento de ese estadio?

En los años veinte del siglo pasado el fútbol se convirtió en el deporte rey; se multiplicó el número de clubes y los estadios se llenaron de espectadores. Para entonces ya existían el Sporting y El Molinón, el estadio español más antiguo. La transformación del balompié desde entonces va mucho más allá del sistema de juego, las reglas o las tecnologías que se aplican. Se ha ido convirtiendo en un espectáculo en sentido "moderno" que ha alcanzado de pleno la parcela social y económica de un deporte reconvertido en una industria, en un negocio redondo (como el balón) a ojos de algunos inversores. Pese a esa mercantilización, el fútbol sigue representando valores y sentimientos arraigados en la sociedad. En el caso del Sporting, casi la totalidad de la sociedad gijonesa y la gran mayoría de la asturiana se identifican con el escudo y con la camiseta rojiblancas. El Sporting refuerza lo que ahora una campaña publicitaria define como "gijonomía".

El club gijonés ha tomado un nuevo rumbo con el Grupo Orlegi. Los inversores mexicanos postulan la candidatura de El Molinón como posible sede del Mundial de 2030 y la reforma (la reconstrucción, la reedificación, más bien) del estadio municipal. Pero la propuesta de este grupo privado implicaría una reforma urbanística de una amplia zona pública, con torres de pisos, aumento de plazas hoteleras, aparcamiento subterráneo y zona comercial. Todo ello, previo cambio del PGO.

"El fútbol a sol y sombra" es el título de un libro de Eduardo Galeano sobre la grandeza del fútbol como deporte y sobre la miseria del fútbol convertido en "uno de los negocios más lucrativos del planeta". Vemos en el proyecto para El Molinón más sombras que luces. Fue ideado a 9.000 kilómetros de distancia y fue presentado a 500 kilómetros de Xixón, en Madrid, lo cual deja entrever que los máximos accionistas desconocen la raigambre del sportinguismo en nuestra ciudad. Y eso vino precedido por un vertiginoso baile de cifras de una remodelación que iba a costar 40 millones de euros y que, según las últimas estimaciones, sobrepasaría los 300. Hay sombras sobre qué entidades o inversores asumirían la financiación; las administraciones públicas no están para grandes desembolsos, menos aún cuando a Xixón se le deben infraestructuras urgentes y cruciales para el futuro: una digna estación, industrias sostenibles para asentar la población y el empleo. Proyectos que velen por el bienestar y por la calidad de vida de las gijonesas y gijonesas, que atiendan al interés general.

Nos preguntamos si ese estadio superlativo, con un aforo ampliado en 10.000 asientos, respondería a las necesidades de las gijonesas, de los gijoneses, del sportinguismo en su conjunto. Más allá del Mundial de 2030, ¿nuestra ciudad precisa de toda esta operación urbanística y de un recinto para 40.000 personas, con 100 palcos VIP y con el gasto que supondría la reforma y el mantenimiento? Este es el quid de la cuestión.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents