Suerte dispar para los dos grandes de la madreñina "furgolística". Moral para unos, bajoncete para otros. El Oviedo espera haber encontrado en el tacón de Enrich ese punto de inflexión que andaba buscando para desterrar de una vez cualquier imagen fantasmal de esas que aparecen cuando se lleva mucho tiempo caminando por el borde del precipicio. El "fúrgol", queridos amiguitos y amiguitas, tiene estas cosas. Con diez, ante uno de los portaaviones de la categoría, con un montón de bajas y tal y tal, los del Almirante Cervera tiraron de épica para ganar un partido que se había puesto complicado por una polémica decisión arbitral. Y para echarle un poco más de picante, el gol del triunfo, el golazo de la jornada, va y lo marca el jugador al que todos vinculan con la anterior etapa, la de Bolo. ¿Alguien da más?
Mientras, en Málaga, el Sporting de Abelardo, como ya hiciera ante el Albacete, logró lo más difícil en la categoría de los tópicos: colocarse por delante en el marcador. Pero, como hace unos días contra los manchegos, al final X en la quiniela. Si hay algo positivo es que Campuzano y Cristo han aparecido para mitigar la travesía por el desierto que está viviendo Djuka en su relación con el gol. Poner en duda el estado de forma del serbio es motivo de excomunión en algunos círculos sportinguistas, pero es lo que hay. Lo demás es sacarse cartas de la manga jugando al solitario, asunto en los que los hay que son verdaderos maestros, ¿oyisti, güey?
