Mangas y capirotes

Adeus ao Rei

Toni Fidalgo

Toni Fidalgo

Le llamábamos Pelé sin saber por qué y nadie acertó nunca a darnos la explicación, ni el propio Matías Prats Cañete. A don Matías le gustaba adornarse y relataba de corrido el sagrado nombre de Edson Arantes do Nascimento, con la coda de… "nacido en Tres Coraçoes, estado de Minas Gerais, Brasil, en 1940". Estábamos en los tiempos del relato y la fantasía, cuando las imágenes eran escasas, llegaban muy tardíamente y los periodistas deportivos tenían que darle énfasis y tiempo al comentario.

Adeus ao Rei

Adeus ao Rei / Toni Fidalgo

Pero aquellos colegas de mucha erudición y labia nunca nos transmitieron el significado exacto de Pelé, de dónde venía el apodo y por qué se lo adjudicaron al neninho. Hoy, con toda la ingente información de Internet y las redes sociales, tampoco tenemos una aclaración, pero para enredar más el asunto contamos con una larga teoría o con varias. La razón del sobrenombre pudiera estar en la dislexia de la torcida que quería bautizarlo como Bilé –"este se cree Bilé"– , la figura del equipo en el que jugó su padre, o en el mote Pelé, por pelón, mocoso o niño de la calle, según otras interpretaciones. Lo cierto es que por mor del destino fue un apodo sin sentido, único, a estrenar, y que definió siempre y en exclusiva la imagen mítica de "O Rei", la que el tiempo y la distancia nunca lograron desvirtuar.

Porque Pelé, "O Rei Pelé", o simplemente "O Rei", fue durante mucho tiempo el futbolista, la referencia del deporte brasileño, y la imagen de la fantasía, la técnica, la coordinación y la dinámica que ha hecho grande a este deporte. Era de raza negra, que el fútbol, siempre integrador, valoraba como un plus de exotismo y de admiración. Y se palpaba que había en sus movimientos en las canchas algo natural, instintivo, no educado ni aprendido. Se movía con la gracia de un felino y la fuerza de un titán y encarnaba a la perfección el espíritu brasileiro: el virtuosismo, la danza, la fantasía, el ritmo... El fútbol que inventaron los ingleses se despliega de forma áspera, ruda, como hecho sólo para la competición y la refriega, por eso los críticos y los aficionados de buen gusto admiraron siempre aquella belleza y aquel estilo inimitable

En la memoria de "O Rei", además, hay que proclamar que fue un adelantado y un maestro. Lo que hoy admiramos como caños, fintas, vaselinas, escorzos, chilenas, velocidad, cambios de ritmo, pisaditas, el golpeo contundente del balón y los goles de mil colores, todo eso lo inventó él, o lo ejecutó como nadie. Y lo que no realizó, mostró el camino para hacerlo. Hoy todavía seguimos llamando gol de Pelé al que se marca desde el centro del campo. Una hazaña que nunca logró el de Tres Coraçoes. Lo intentó sin conseguirlo, pero causó tanta admiración e incredulidad aquel gesto, que ahí sigue como referente y denominación. Su jugada más repetida y admirada, con todo, al menos para este entusiasta, fue aquella en la que mataba con el pecho cualquier balón llovido en el área desde el cielo, le hacía un sombrero a su marcador y golpeaba de chilena al fondo de la red. Todo en una dinámica perfecta, artística e inigualable.

Acabada su mejor etapa profesional, se convirtió en propagandista de la religión del fútbol en territorio comanche: embajador permanente de la FIFA y primer sembrador de la religión del balompié desde el Cosmos en el país de los yanquis. Hasta entonces, toda su vida deportiva se desarrolló en el Santos, del estado de Sao Paulo, el de las franjas blanquinegras, y en un país exportador de futbolistas sólo él tuvo el cartel de intransferible por la consideración de bien de Estado. Y mira que lo intentó el Real Madrid, aunque el conseguidor Bernabéu tuvo que conformarse con la imitación Didi, un malabarista pausado, candongo, al que Alfredo Di Stéfano, el rubio que mandaba en Chamartín, que quería las cosas a la carrera, puso de vuelta a su país una vez que le copió la folha seca.

Pelé no puede entrar en esa disputa tonta de si fue el mejor futbolista de la historia, aunque podríamos recontar de pasada algunos de sus récords: máximo artilheiro do brasileirao –por encima de las 1.200 dianas computadas– y único futbolista, desde imberbe a veterano, con tres títulos de Mundiales. Rompe esa y otras categorías. Se transformó en un símbolo, en tótem y en leyenda. Héroe nacional en una época turbulenta de su país, Pelé pasó a ser el hombre más admirado, perseguido y acosado. Ministro, cantante, protagonista de diversas películas, varios matrimonios, siete hijos, muchas relaciones... "He tenido unos cuantos affaires, algunos de los cuales terminaron en hijos, pero sólo me enteré de su existencia años más tarde", llegó a decir.

Su relación más duradera la mantuvo con Xuxa Matheus Nazaffera, con muchos títulos también ella en su carrera: modelo, actriz, presentadora de televisión... Y fue Xuxa la que mejor explicó el fenómeno sociológico en el que se convirtió el perseguido Pelé. "Cuando le miraba tenía lápiz de labios en su boca, que no era mío y a él le parecía normal. ‘Son las mujeres las que quieren estar con Pelé’, me contestaba. Y así hasta empecé a pensar que era lógico ser traicionada".

Porque "O Rei" tenía también algo de adanismo roussoniano. De tipo honesto, nada impostado, natural, siempre accesible y de buen trato. El que tuve con él las pocas veces que hablamos. Le recordé el hotel de Monterrey, en Méjico, donde aún mantienen intacta –solo se puede visitar– la habitación y la guitarra con la que se entretenían en los momentos de descanso los integrantes de aquella mítica "seleçao" del 70. Como era de esperar su vida se convirtió ya hace algunos años en una serie de televisión realizada por Netflix. Serie completa que glosa toda la trayectoria deslumbrante de "O Rei" y que merece la pena seguir, aunque únicamente sea por su sencillo y conmovedor final. Un hombre negro de edad indefinida se arrastra con la ayuda de un andador. Se detiene, se sienta ante una mesa sencilla, sin ningún adorno, y tamborilea rítmica, repetidamente con sus dedos sobre la superficie de madera. Ese fue y así se despidió "O Rei Pelé".

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