La opinión tras el Oviedo-Alavés: De nuevo el Oviedo rocoso

Los oviedistas se centraron ante los vascos en, sobre todo, evitar que estos tuvieran ocasiones claras para marcar

Aficionados azules en el Oviedo-Alavés

Aficionados azules en el Oviedo-Alavés / LUISMA MURIAS

Alberto Menéndez

Alberto Menéndez

El Real Oviedo volvió a ser anoche ante el Alavés el equipo rocoso al que están acostumbrados sus aficionados desde la llegada de Cervera al banquillo. De nuevo un triunfo por la mínima (otro 1-0) y tres puntos que hacen que los carbayones vuelvan a mirar hacia la parte de arriba de la tabla después del varapalo de la semana anterior ante el Andorra, un auténtico jarro de agua fría, no solo por la derrota si no por la mala imagen dada.

Los oviedistas se centraron ante los vascos en, sobre todo, evitar que estos tuvieran ocasiones claras para marcar. Y así sucedió, oportunidades de gol auténticas no tuvieron ninguna los de Luis García a lo largo de los 99 minutos que duró el encuentro; acercamientos sí, pero sin más, que es lo que busca Cervera que suceda. Como ya es habitual los carbayones aprovecharon una de las escasas ocasiones que tuvieron y ahí se acabó el partido. La expulsión del central de los de Vitoria también ayudó mucho a esa tranquilidad en la parte final del encuentro.

El primer tiempo fue soso, muy soso, con dos equipos muy serios, sí, pero a la vez muy aburridos; dos conjuntos con dos entrenadores que miran si no exclusivamente, casi, para el marcador, y que montan todo su entramado de juego sobre la base de no facilitar la labor del adversario más que en diseñar el trabajo ofensivo propio. Así, ciertamente, es muy difícil encontrar huecos para el acercamiento hacia el marco contrario. La imaginación por parte de ambos equipos fue inexistente, lo mismo que la fluidez, en estos primeros 45 minutos. Nadie se salió del guion establecido y de esta manera es muy difícil crear juego y sacar del sopor a los aficionados.

En la segunda parte el Oviedo adelantó algo sus líneas y gracias a ello robó algún balón en campo contrario que le facilitó el poder tocar con mayor rapidez la pelota y crear de esa manera inquietud en los jugadores del Alavés. Esa presión fue la causa de la segunda tarjeta de Abqar que propició su expulsión y que facilitó las cosas a los azules a partir de ese momento.

La salida de Koba al terreno de juego volvió a resultar trascendental para los intereses de los carbayones. Si en el derbi ante el Sporting una jugada suya fue el origen del penalti que acabó dando los tres puntos a los del Tartiere anoche una falta sacada con mimo por el francés fue cabeceada por Tarín a la red de la portería defendida por Sivera.

Es evidente que el Oviedo necesita de la calidad que atesora el jugador cedido por el Valencia, como también de la de Borja Sánchez, cuando éste se recupere de sus problemas físicos. Es necesario que alguien dé el último pase a los goleadores azules, que los hay. Ayer ni tan siquiera lo pudo hacer Hugo Rama (de los pocos que estaba capacitado para ello en el equipo inicial), que se tuvo que retirar lesionado a las primeras de cambio.

En el Oviedo músculo hay, ganas también y pizarra por supuesto, mucha. Ahora falta compaginar todo ello con ciertas dosis de calidad y visión de juego, e igualmente de valentía para salirse del guion marcado y atreverse a driblar a un contrario, algo esto último muy en desuso en la categoría de plata del fútbol español.

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