En territorio comanche

La opinión sobre el Oviedo: Tragedia, pícaros y botes de humo

El Oviedo ha vuelto a ser golpeado por la tragedia, el infortunio o como se quiera llamar. En el caso de Pelayo Novo solo queda desearle un tránsito feliz hacia donde se haya dirigido, y a su familia y amigos, sobre los que ha caído una bomba nuclear, rodearles de todo el cariño y calor humano que sea posible

Pelayo Novo

Pelayo Novo / FERNANDO RODRIGUEZ

Pablo González

Pablo González

Tocan días en los que el asunto no está para bromas y sí para pensar en lo que está ocurriendo más allá de lo que viene siendo lo frívolo que en situaciones así parece el "fúrgol" y alrededores, aunque los análisis profundos y tal y tal quedan para los profesionales del ramo, que hay muchos y muy buenos.

Lo único cierto es que el Oviedo ha vuelto a ser golpeado por la tragedia, el infortunio o como se quiera llamar. La muerte de Pelayo Novo arrollado por un tren en La Corredoria trae de vuelta lo ocurrido con Arnau no hace tanto en el mismo lugar, o aquellas tremendas desgracias como fueron los fallecimientos de Dubovsky y Armando Barbón. Lo que viene siendo el lado oscuro y amargo de la vida, esa que no se detiene pase lo que pase.

En el caso de Pelayo Novo solo queda desearle un tránsito feliz hacia donde se haya dirigido, y a su familia y amigos, sobre los que ha caído una bomba nuclear, rodearles de todo el cariño y calor humano que sea posible. Lo demás, miserias y fuegos artificiales para pasar el rato.

Una de estas miserias nos tocará vivirla con la masiva rueda de prensa convocada por los árbitros del "fúrgol" español en un intento de lavar la cara del colectivo ante el escándalo "Negreira-Barça-7 millones de buenas razones para mirar para otro lado", que acabará sin nadie pagando por una (presunta) corruptela que huele a lo que huele.

Pasan los días y el suflé, como estaba previsto, va bajando poco a poco. Aunque es cierto que a una velocidad menor que la esperada en un principio, pero se admiten apuestas sobre qué, quién o quiénes serán depurados por esta desvergüenza que nos recuerda a todos que mantenemos bien grabada en nuestros genes a la España de la picaresca y de los golfos apandadores. De ahí que lleguen al rescate los expertos en bombas de humo, ¿oyisti, güey?

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