El Oviedo Baloncesto necesitaba un triunfo como el de ayer ante el Estudiantes para recuperar la autoestima. Y para convencerse de que tiene calidad suficiente para mantener la categoría, siempre y cuando que vaya acompañada de unas grandes dosis de esfuerzo, como sucedió en el encuentro ante los madrileños. No va a ser fácil continuar en la LEB Oro. Todo está muy igualado, pero ganar a uno de los cuatro primeros de la clasificación dice mucho del que lo consigue, aunque hay que reconocer que los estudiantiles no están pasando por su mejor momento.
Los jugadores del Alimerka pusieron todo de su parte para lograr tan importante triunfo, pero es que, además, se encontraron con un pabellón de Pumarín como el de los mejores momentos del club carbayón: lleno y volcado con su equipo. Y por supuesto que la afición oviedista tuvo mucho que ver en el triunfo. Pumarín pudo así sonreír de nuevo, de verdad, tras una temporada en la que mandan los sinsabores y en la que parecía que el Oviedo iba a ser incapaz de poder ganar a los equipos de la parte alta de la clasificación. Sólo lo habían podido hacer ante Coruña, en la primera vuelta, hace ya algunos meses.
El Alimerka tiene la gran suerte de contar en su plantilla con Oliver Arteaga, un cuarentón que sigue siendo fundamental en el juego de su equipo. Con ser trascendental esto lo es más que el canario continúa, además, disfrutando del baloncesto y trasladando su amor por este deporte a sus compañeros y a toda la afición azul. Ayer volvió a ser la gran referencia del conjunto asturiano. A pesar de su edad fue quien más minutos estuvo en cancha, 33; quien más puntos obtuvo, 17; y quien más rebotes recogió, 8, siendo con mucho el jugador con una valoración más alta de todos los que disputaron el partido.
Arteaga, como ya había sucedido en el anterior encuentro en casa, ante el Juaristi, volvió a contar con la inestimable colaboración en la zona de un renacido Marc Martí, con 15 puntos y 6 rebotes. Increíble lo que está sucediendo con este jugador tras la llegada al banquillo de los de Oviedo de Guillermo Arenas. El nuevo entrenador azul se había comprometido públicamente a recuperar a Martí (tras su ostracismo en la época anterior) porque lo consideraba fundamental para el relanzamiento oviedista, ¡y vaya si lo ha conseguido! Lo trata con mimo y ya nadie se acuerda de su grave y larga lesión. El Oviedo consiguió vencer al potente Estudiantes incluso estando realmente desacertados sus tiradores de larga distancia. Solo se convirtieron tres de los quince lanzamientos intentados, que tampoco es que sean demasiados (los de los madrileños fueron 32). Eso sí, la defensa fue eficaz a lo largo de los 40 minutos y en base a ella se fundamentó el triunfo de los de Guillermo Arenas.
Otra falla en el juego del conjunto de la capital del Principado: la poca aportación de los bases en la anotación del equipo. Ayer Marc Peñarroya, que estuvo muy desacertado en todas las estadísticas, no logró ni un solo punto, mientras que Fabio Santana únicamente consiguió uno, de tiro libre. Como se ve, Arenas aún tiene mucho trabajo por realizar para mejorar el juego de un combinado que, eso sí, se desenvuelve con más alegría que hace algunas semanas.
