Territorio comanche

La opinión tras el Sporting-Oviedo: Una historia que solo merece tópicos

Todo iba encaminado a que se quedarían sin ganas de cenar los de (casi) siempre hasta que la decisión del VAR en la jugada del penalti, tras semanas de polémicas arbitrales, cayó del lado del Sporting

Un aficionado del Sporting y otro del Oviedo antes del derbi.

Un aficionado del Sporting y otro del Oviedo antes del derbi. / MARCOS LEON / JUAN PLAZA

Pablo González

Pablo González

La historia de (casi) siempre de los derbis no merece más que caer en los tópicos por los que transita el "fúrgol" cuando el espectáculo es cortito y con sifón como el ofrecido por los dos grandes de la madreñina. El frente popular de los optimistas esperaba que al llegar Sporting y Oviedo con los objetivos cumplidos se soltaran la melena y ofrecieran algo digno de ser recordado tras una temporada gris, muy gris. Pero ni por esas. La duda, que prácticamente está despejada visto lo visto, es si todo lo ocurrido se debió a la falta de ambición o de capacidad de los contendientes. O, simplemente, a una mezcla de posibilidades.

El Sporting duró lo que le duró el empuje que tiene que demostrar de salida el equipo que juega en casa. El Oviedo hizo su partido: esperar, dejar a los rojiblancos mostrarse y luego dar un paso adelante aplicando a rajatabla la receta que tanto le gusta al Almirante Cervera: transiciones rápidas a las bandas y balones al área. Así llegó el gol de Enrich. Gran centro de Abel Bretones desde la izquierda, el delantero azul le gana el duelo a un blandito Bruno y cabezazo imparable para Cuéllar, Courtois o el Gato Ablanedo. Enrich se ha empeñado en demostrar que hay vida, y de la buena, sin Van Bastón. Todo iba encaminado a que se quedarían sin ganas de cenar los de (casi) siempre.

Pero en esta ocasión, después de semanas de quejas oficiales y extraoficiales por los arbitrajes, el VAR se puso del lado del Sporting. Penalti y empate. La igualada no dio paso a un intercambio de golpes. Todo lo contrario: el juego empezó a decaer y el espectáculo, siempre entre muchas comillas, se convirtió en patadón a seguir y "fúrgol" de contacto. El que más puso en ese tiempo fue el Sporting, pero los de MAR, con #hashtag o sin él, dan para lo que dan.

Al final, el Torneo de Barrios, tras la victoria azul en la primera vuelta, se va para Oviedo. El Sporting sigue sin saber ganar los derbis (una victoria en doce partidos), y poco más. Lo mejor, la fiesta fuera, sin incidentes conocidos a la hora de escribir estas líneas, y que quedan solo dos jornadas para cerrar la temporada. Triste consuelo se pongan como se pongan. ¿Y ahora? Pues llegará el verano y la amnesia colectiva implantada en el Adn de los futboleros hará su trabajo.

Nadie se acordará de que el Oviedo de Cervera maquilló la temporada gracias a las cinco victorias consecutivas que encadenó en la recta final del curso. Al Sporting poco le queda que maquillar. Suma dos campañas consecutivas jugando con fuego e instalado en la mediocridad en una categoría ya de por sí de hojalata, aunque los expertos en marketing nos la quieran hacer pasar por plata de ley. La realidad es así de triste y a ella hay que adaptarse. La temporada que viene, otros dos derbis asegurados. Ya irán catorce. Y a este paso, sin nada que celebrar en la trinchera rojiblanca, ¿oyisti, güey?

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