Derbi tenso y descafeinado

Alberto Menéndez

Alberto Menéndez

El Oviedo se adelantó en el marcador en un buen primer tiempo en un derbi tenso, sí, pero descafeinado por la falta de alicientes clasificatorios para los dos contendientes. Pero en la segunda parte los azules retrasaron líneas de forma descarada y facilitaron que el Sporting creciera después de que los rojiblancos deambularan por el campo durante muchos minutos de la primera fase, sin saber muy bien a los que jugaban, exactamente lo mismo que les sucedió a los de la capital del Principado tras el descanso. Los de Cervera siguieron con su excesivo conservadurismo incluso después de que Djurdjevic empatara para los gijoneses de penalti. Es como si los oviedistas planteasen los segundos 45 minutos sin tener en cuenta la posibilidad de que los de Ramirez pudieran igualar el marcador, como así sucedió cuando se habían disputado apenas seis minutos de la reanudación del partido. Resulta difícil de explicar el cambio de actitud de los jugadores azules.

En todo caso el derbi dejó de nuevo más satisfechos a los oviedistas que a los sportinguistas. Sobre todo, porque los rojiblancos hace ya demasiado tiempo que no logran vencer al eterno rival y, después, porque la sensación es que los entrenados por Ramirez continúan, ya a final de temporada, sin encontrar un estilo de juego que les haga reconocibles y, sobre todo, regulares. Realmente, el Oviedo, aún sin mostrar ninguna ambición en la segunda parte, tampoco sufrió mucho en las tareas de contención. Ahora, unos y otros a esperar que se acabe una temporada muy triste para ambos conjuntos, aunque hay que reconocer que pudo haber sido peor.

Comenzó el partido con mucho impetú el Sporting, pero poco a poco el Oviedo se fue haciendo con el control del juego y a partir de, aproximadamente el minuto 20, sólo hubo un equipo sobre el verde de El Molinón, el azul. Fueron varios los acercamientos de los oviedistas a la puerta rojiblanca, por solo una media ocasión de gol de los gijoneses, una oportunidad que fue más fruto de un grave error de Tomeu Nadal que de un acierto del delantero rojiblanco Otero, que, eso sí, no pudo rematar con comodidad debido a que el portero azul supo recomponerse para evitar el tanto del colombiano.

Lo que quedó claro en los primeros 47 minutos del encuentro fue que el Oviedo sí supo desarrollar su juego, el que ha impuesto Cervera desde su llegada a Asturias, que no es otro que evitar el acercamiento del equipo rival al área azul y luego contratacar, mientras que el Sporting no lo hizo salvo minutos contados en el inicio del partido.

Pero es que, además, los jugadores carbayones, a diferencia de lo que suele ser habitual, se desplegaron con eficacia, y en ocasiones con peligro, hacia la portería defendida por Cuéllar. Bien es verdad que hasta el minuto 18 los azules no llegaron en ninguna ocasión al érea sportinguista, pero a partir de ahí los que apenas pasaron del centro del campo fueron los pupilos de Ramirez. Lucas y Moro, por la derecha, y Abel Bretones, sobre todo, por la izquierda, superaron una y otra vez a los gijoneses, hasta que al borde del descanso Enrich, en un complicado remate de cabeza, puso a los azules por delante en el marcador.

El segundo tiempo comenzó con una jugada muy embarullada en la que el árbitro, a instancias del VAR, acabó pitando penalti por un posible agarrón de Calvo a Djuka, que fue quien acabó marcado el tanto del empate. Los sportinguista salieron en esta segunda fase con las mismas ganas que en la primera, pero con mas acierto a la hora de hilvanar juego. Pero, sin más. Entonces sí, entonces el derbi se convirtió en eso, en un derbi en el que el fútbol suele brillar por su ausencia y todo se embarulla sin más.

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