Opinión | Fútbol es fútbol
La opinión de Antonio Rico: Con los cinco sentidos
1. Oído. Como diría Lisa Simpson: no puedo creerlo, el sistema funciona. Parece una película de Frank Capra, pero que un tipo como Alfonso Pérez, que jugó en el Real Madrid, el Betis y el Barça, pueda decir en voz alta que los salarios del fútbol masculino y femenino (y supongo que de la vida en general) deben establecerse en función de los ingresos que genera y de la repercusión mediática, y se atreva a pedir que se obligue a Guardiola y a las mujeres de la selección a besar la bandera española para saber si defienden con honestidad la camiseta de su país (Guardiola tiene que estar flipando en su despacho del Manchester City) es una gran noticia porque Alfonso Pérez jamás será ministro de Hacienda y Función Pública y ni en el peor de los mundos posibles sería ministro del Interior. Qué bella es la democracia. Si los sueldos dependieran de los ingresos que genera el trabajador y de su repercusión mediática, habría que cerrar las improductivas facultades de Humanidades y liquidar la ruinosa sanidad pública. Y si la honestidad se midiera con un beso a una bandera o gritando "lo-lo-lolo, lolo-lo-lo-lo-lolo" mientras suena el himno del Reino de España, entonces Juan Carlos I no estaría en Abu Dabi y Manolo el del Bombo estaría en la portada de los libros de Educación para la Ciudadanía.
2. Tacto. Ya lo decía Bogart en "Calle sin salida": todos nos equivocamos, por eso se inventaron las gomas de borrar. Equivocarse no es el problema. El problema es el tacto en el momento de la equivocación. Sergio Ramos marcó un gol en propia puerta en el partido Barça-Sevilla que le costó un punto a su equipo, y en el momento en que su error ya era inevitable adelantó los brazos indicando que el balón era responsabilidad de su portero. Pues no. El error fue de Sergio Ramos, no de Nyland. Señalar al terreno de juego cuando se falla un gol tiene su gracia, pero señalar a un compañero cuando se mete la pata está muy feo. La goma de borrar puede con todo, excepto con la falta de tacto.
3. Olfato. Los tópicos futboleros son entrañables incluso cuando no tienen sentido o son una perogrullada, pero a veces ofenden a la razón futbolística. Es el caso del delantero que se "limita" a empujar la pelota y marcar gol. ¿Se limitaba Quini a empujar la pelota con el pie o con la cabeza? ¿"Torpedo" Müller, famoso por marcar goles como quien reparte entradas gratis para el circo, era un delantero torpón que se limitaba a empujar todos los balones que pasaban a su lado? En todo caso, se podría decir que hay delanteros que se suben a hombros de gigantes del pase y, por eso, ven más cerca la portería. Ser un delantero que se sube a los hombros de Gündogan, Iniesta, De Bruyne o Zidane es más fácil que ser un delantero en la Italia del "catenaccio", pero el olfato de gol se tiene o no se tiene. Quini siempre estaba donde tenía que estar.
4. Vista. Hay muchas maneras de ganar (o no perder) un partido de fútbol, y una victoria del Getafe de Bordalás vale tanto como una victoria del Brasil de Sócrates. Bien. Pero estaremos de acuerdo en que, aunque sea de vez en cuando, conviene alegrar la vista del aficionado. No es que el fútbol tenga que ser siempre chicle para los ojos, pero ver jugar a futbolistas como Brais Méndez y masticar con la mirada su gol al Salzburgo nos hace mejores futboleros. La Real Sociedad está empeñada en alegrarnos la vista, y eso siempre da puntos en el corazón de los aficionados.
5. Gusto. Parece que a Daniel Craig no le hacía mucha gracia interpretar a James Bond, del mismo modo que a Bale le gusta mucho más el golf que el fútbol o Balotelli no celebra sus goles (tampoco marca muchos) porque es su trabajo y, según dice, si un cartero no celebra la entrega de una carta, él tampoco tiene por qué celebrar un gol. Vamos a ver. Entiendo que un cartero no celebre la entrega de una carta y hasta es probable que un arqueólogo del Partenón maldiga el despertador un lunes, pero celebrar la entrega de una carta y sonreír cuando suena el despertador no es parte del trabajo de un cartero ni de un arqueólogo. Celebrar un gol no es cuestión de gusto, sino parte del trabajo de un futbolista porque, entre otras cosas, hay aficionados mirando. ¿Y saben una cosa? La cartera de mi calle siempre, siempre, siempre sale sonriendo de los edificios. Así que cierra el pico, Balotelli.
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