¿Qué es y qué no es alpinismo?

Existen formas diversas de disfrutar de las montañas y todas son válidas si se respetan la verdad y la propia montaña

Jorge Egocheaga

Jorge Egocheaga

He llegado hace poco de Nepal, tras una estancia de tres meses en este amado país. A lo largo de este viaje he conseguido ascender tres montañas, el Manaslu, el Lobuche y el Ama Dablam, sin paradas, partiendo de los pueblos más cercanos a las mismas, idea e ilusión que ocupaba mi cabeza desde hacía tiempo. Sentado aquí, de vuelta, me pregunto sobre la posible relevancia alpinística de dichas actividades. Estoy seguro que ninguna… pero, ¡he disfrutado tanto llevándolas a cabo! En relación con las nuevas formas y modos de subir montañas elevadas por las rutas normales, son muchas las voces que se levantan para definir aquello que es y, sobre todo, aquello que no es alpinismo. Sobre las actividades que son válidas y sobre aquellas que no son más que basura. Ante la lectura de numerosos artículos, yo me hago la misma pregunta, ¿qué es y qué no es alpinismo? Afortunadamente, considero que existen muchas formas diversas de disfrutar de las montañas y, bajo mi seguramente equivocado punto de vista, todas han de resultar válidas siempre que sean respetadas la verdad y las propias montañas. En realidad, las ascensiones rápidas o lentas, realizadas por rutas normales, con huella trazada y cuerdas fijadas en los puntos más conflictivos no anulan sino que, por el contrario, engrandecen a aquellas realizadas en estilo alpino, por rutas inexploradas, dibujando nuevos caminos y posibilidades. ¿No es la montaña un lugar de libertad, exento de enjuiciamientos y reglas deportivas? Récords, conquistas, hazañas, gestas… absurdas palabras a la hora de definir actividades libres que deberían dar ejemplo y permanecer incontaminadas del polvo social que ensucia a una humanidad encorsetada en los grilletes de las mentiras, las tiranías encubiertas y la globalización.

Desde niño sueño con poder considerarme un día un auténtico alpinista. A día de hoy estoy seguro de no haberlo conseguido y con ya una edad cercana a la ancianidad, y un cuerpo muy desgastado, resulta un reto "casi" imposible de alcanzar. Creo que, en realidad, el montañismo es disfrute y sufrimiento, ganancia y pérdida, amor y odio, esfuerzo, sacrificio y cansancio, pues en la montaña tanto lo "bueno" como lo "malo" se han de entrecruzar, como debería pasar en la vida misma, en un sentimiento de alegría y felicidad.

Vuelvo a las montañas de mi tierra y me encuentro a mi querido Monsacro amordazado entre terribles grilletes de alquitrán. Pregunto por los motivos de su encarcelamiento y vuelvo, una vez más, a desconfiar de los autoproclamados defensores de la verdad absoluta.

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