Opinión | Fútbol es fútbol

Pasos de peatones, emanaciones navideñas y palcos de novela

Fútbol en el paso de peatones. Estadio El Molinón-Enrique Castro "Quini". Campaña contra el odio en los estadios de fútbol. Una niña lee un sencillo y emocionante alegato contra la violencia, y se pide a los aficionados que inspiremos con nuestro ejemplo para que los niños

que todo lo ven

no escuchen insultos, amenazas y barbaridades en las gradas.

El Sporting va perdiendo. A mi lado, un aficionado ve a unos futbolistas del Sporting calentando y, en voz muy alta, pregunta quién es ese "puto negro". El aficionado se da cuenta de que, muy cerca de él, un niño con la camiseta del Sporting le está mirando, entre sorprendido e intrigado. El aficionado reacciona con rapidez y pide disculpas al niño: "Perdona, chaval, no quería insultar ni ser racista. Dije "negro" porque no conozco a ese jugador". El niño asiente y vuelve a interesarse por lo que sucede en el campo. Vale. El aficionado que no quiso ser racista y que se disculpó con el niño estuvo todo el partido Sporting-Málaga insultando al árbitro, al entrenador del Sporting, a los dueños del club, a gran parte de los titulares y a todo el banquillo. Insultos muy gruesos. No se disculpó. ¿Por qué al aficionado gritón le parece que llamar de todo al árbitro o a Cote delante de un niño es algo normal? Propongo un imperativo categórico para comportarse en un estadio de fútbol: "Obra de tal manera que tu comportamiento sea el mismo que tendrías en un paso de peatones con un niño agarrado a tu mano". En un paso de peatones, no cruzamos cuando el semáforo está en rojo aunque no pase ningún coche para que el niño aprenda que solo se puede cruzar cuando el semáforo está en verde. En los estadios tendríamos que hacer lo mismo. Si queremos inspirar a los más jóvenes en los estadios de fútbol, debemos tener la paciencia y la sabiduría que demostramos en un paso de peatones.

Emanación navideña.

Para Averroes, el mundo es una emanación que desciende eternamente de Dios, es decir, una producción dinámica perpetua de la divinidad. El cristianismo, sin embargo, sostiene que el mundo fue creado tal cual de manera estática de una vez y para siempre. El fútbol, claro, es averroísta porque es una producción dinámica de la divinidad de la FIFA. Las reglas del fútbol (y su ética, y su estética) no fueron creadas de una vez y para siempre. Así que el recurso a la tradición futbolera es muy espectacular, pero poco creíble. Si el argumento de la tradición no sirve para acabar con el VAR, con los continuos cambios de diseño de las camisetas o para que recuperemos el imprescindible "en línea" y terminar así con los absurdos fueras de juego por milímetros, entonces tampoco vale para suspender el campeonato de Liga por Navidad. La Premier League sabe lo que hace. El fútbol es de los aficionados, y los aficionados deberían poder disfrutar del fútbol en Navidad. ¿Los futbolistas de élite necesitan descansar y merecen poder estar con sus familias? Sí, como mi pescadera, mis fruteras y mi vendedor de periódicos. Pero mi pescadera, mis fruteras y mi quiosquero no me abandonan dos semanas en Navidad. Sería perfectamente posible un "Boxing Day" a la española. Es cuestión de emanación, no de tradición.

La novela y los palcos.

Ya está aquí la ventana del mercado de invierno de fichajes. Como diría Sheldon Cooper, odio todas las palabras de esa frase (si se refiere al fútbol, claro), incluido "del" y "de". Ya sé que es una tontería, pero hablar de "mercado", de "futbolista en propiedad" o de "oportunidades de fichaje" me pone de los nervios. Por no hablar de la alucinada deriva del Barça vendiendo todo lo vendible (incluido el nombre del Camp Nou) para poder inscribir futbolistas. La venta de los asientos VIP del Spotify Camp Nou por cien millones de euros es un ejemplo más de la lógica del mercado aplicada a eso que un día llamamos "fútbol". El gran director de cine Otto Preminger decía que cuando un escritor vende los derechos de adaptación de una novela, renuncia a su derecho a exigir fidelidad porque los personajes de esa novela se convierten en el material de partida de la película y solo pueden recrearse según los ven los responsables de esa película. Entiendo que un novelista venda una novela porque las letras (nunca mejor dicho) no se pagan solas; y entiendo que Laporta venda al mejor postor no solo los palcos VIP del Spotify Camp Nou, sino toda la novela del Barça, para poder inscribir a Dani Olmo. Pero Laporta no podrá exigir fidelidad a lo que fue el Barça porque el club va a ser recreado según la lógica del mercado por los productores que han pagado mucha pasta por un asiento VIP en el Spotify Camp Nou o por patrocinar la camiseta. A partir de ahora, los novelistas del Barça se limitarán a oír, ver y callar. Y a rezar para que la pelota entre.

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