Opinión | Fútbol es fútbol

La opinión de Antonio Rico: Desapegos, minas de oro y Marilyn en una película de catástrofes

Milan-Napolés

Milan-Napolés / LAP

Superdesapego saudita.

¿Existe la Supercopa de España de fútbol? Creo que sí. Algo he oído por ahí. Me parece que es un torneo que se juega lejos, a destiempo y cuyo campeón se olvida con tanta rapidez como cualquiera de las últimas películas de Robert De Niro. Hubo un tiempo en que la Supercopa tenía su gracia futbolera, un aroma del viejo fútbol, un sabor a pelota y camiseta (y no equipación). No es exactamente desencanto lo que muchos futboleros sentimos por este extraño torneo que se disputa en el exilio económico, sino más bien desapego. Esa es la palabra. Desapego. Y no hay mayor veneno para el fútbol, para los equipos, para los torneos y para los partidos que el desapego. Conozco a culés de toda la vida que vivieron el domingo como si su equipo no disputara una final de la Supercopa contra el Real Madrid. Eso es desapego. Estoy convencido de que hoy lunes, en las tertulias futboleras de los bares, se hablará muy poco de la Supercopa no porque los aficionados estemos desencantados con la absurda deriva saudita de este torneo, sino porque nos han empujado al mayor de los desapegos. Y lo peor es que esto no termina aquí. Pronto veremos partidos de Liga en Estados Unidos o en Catar.

El oro es para el que lo encuentra.

Cuando el gran escritor James M. Cain, el autor de "El cartero siempre llama dos veces", se estaba documentando para escribir una película basada en una historia minera para la Metro-Goldwyn-Mayer que iba a protagonizar Clark Gable, escuchó esta frase de un minero: "El oro está donde lo encuentras". Parece una tontería, pero no lo es. El oro (o las llaves perdidas) no está donde lo buscas, sino donde lo encuentras. O los futbolistas. Lo que sucede es que los grandes equipos ya no encuentran oro, sino que directamente lo compran. El Manchester City, por ejemplo, se va a gastar una burrada de millones en un par de futbolistas que son oro puro, y el PSG de Luis Enrique gastará lo que haga falta para hacerse con el oro de Kvaratskhelia. El oro está donde lo compras. Hay otros equipos mineros que deben conformarse con el oro que encuentran, y eso es bastante más cinematográfico y mucho más digno de un guion firmado por James M. Cain.

Marilyn Monroe en una película de catástrofes.

Los griegos consideraban que nada hay más hermoso que un joven héroe muerto, mientras que solían describir los cadáveres de los viejos guerreros con rasgos lúgubres o despectivos. Lo explica muy bien Fernando Savater en "La tarea del héroe" cuando dice que lo propio de los astros fulgurantes (Lamine Yamal, por ejemplo) es deslumbrar durante un momento de plenitud y eclipsarse, no convertirse en garantizadores del alumbrado público. Es decir, Lamine Yamal y las demás jóvenes y fulgurantes estrellas del Barça deberían deslumbrar durante dos o tres temporadas y luego eclipsarse, sin empeñarse en garantizar durante muchos años el alumbrado del equipo (lo que ocurrió con Sergi Busquets o Jordi Alba, quizás). Creo que eso es una tontería. Otra cosa es que, en este fútbol moderno, los grandes futbolistas terminen por aburrirnos por muy bien que jueguen. Estoy pensando en Busquets, en efecto. Savater sugiere que hay algo intolerable en imaginarse al poeta Rimbaud cincuentón admitido en la Academia, o a una Marilyn Monroe fondona haciendo breves apariciones en películas de catástrofes. Lo niego todo. Prefiero la pena de Rimbaud en la Academia o Marilyn en una película de catástrofes que la nada. Por supuesto que Messi y Cristiano Ronaldo no deben retirarse. Por supuesto que Modric, Albiol o Stuani siguen siendo parte del alumbrado de sus equipos. Por supuesto que Cazorla sigue siendo una estrella.

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