Opinión | Fútbol es fútbol

En el fútbol con David Lynch, silencio en los estadios y un elogio del vinagre blanco

No hace falta entender del todo a David Lynch. Al hilo de la muerte de David Lynch, el "todocampista" Bob Pop proclamó su amor incondicional por el creador (junto con Mark Frost) de la serie "Twin Peaks" y director de clásicos extraños como "El hombre elefante" o "Terciopelo azul", pero Bob Pop también admitió que había muchas cosas de la obra de Lynch que no entendía, a la vez que reivindicaba que no siempre hay que entenderlo todo. Exacto. Y eso sirve tanto para el personalísimo universo de David Lynch como para el mundo del fútbol. No hay necesidad de entenderlo todo. Cuando los entrenadores se mosquean con la prensa o con los aficionados, siempre deslizan (o, como hace Luis Enrique, dejan claro) que los futboleros no tenemos ni idea, que no entendemos las sutiles pompas de jabón que envuelven cada partido, que no sabemos nada de táctica, ni de estrategia, ni de psicología, ni de hacer cambios cuando llega el momento. Es cierto. Pero que no entendamos las decisiones del David Lynch de turno no es razón para impedirnos opinar y hasta pontificar.

En su cita con la chica del piso de arriba en la película "La tentación vive arriba", Richard pone en el tocadiscos música clásica (duda entre Debussy y Ravel, desestima a Stravinsky y se decide por Rachmaninov) y añade, ante las suaves protestas de su encantadora vecina (interpretada por una maravillosa Marilyn Monroe), que no hace falta entender de música, basta sólo con escucharla.

En la fiesta para dos en casa de Richard hay aire acondicionado, champán, patatas fritas y música. En las fiestas futboleras hay gritos, susurros, unas cervezas, algo para picar y miles de opiniones tan exactas como indocumentadas. Por supuesto que muchos no entendemos todo lo que hay que entender de fútbol o de Rachmaninov (ni de lo que nos quiere contar David Lynch. ¿Y qué?

Dieciocho minutos.

En estos días se conmemora el 80º aniversario de la liberación por parte del Ejército Rojo del campo nazi de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. El filósofo Theodor Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie. ¿Cómo se puede escribir un poema después del horror indescriptible de las cámaras de gas? ¿Cómo se puede hacer arte, o filosofía, o literatura? ¿Cómo podemos reírnos? ¿Cómo podemos hablar de fútbol después de la desolación absoluta de los campos de exterminio? Con la consideración de la poesía después de Auschwitz como barbarie, quizás Adorno quería decir que la poesía no puede expresar el espanto del exterminio industrial de millones de seres humanos, pero una prosa realista (casi una lista de hechos) sí podría hacerlo. Adiós también al arte, entonces. Y al fútbol. Y a la poesía y prosa nada realista de los dieciocho partidos de la jornada unificada de la Liga de Campeones del pasado miércoles. Nada puede ser igual después de Auschwitz, pero los seres humanos seguimos siendo los mismos animales necesitados de poesía, arte, filosofía, literatura o fútbol. Echamos de menos, eso sí, dieciocho minutos de silencio en los estadios de Europa en memoria de los muertos en Auschwitz. El silencio, salvo cuando se trata del inexplicable silencio de Dios, es tan poético como revolucionario.

Elogio del vinagre.

Empieza a cansarme la mala educación de todos esos aficionados que ya están hartos de que el equipo femenino del Real Madrid pierda por goleada sus partidos contra el Barça de las irrepetibles Alexia, Aitana, Patri o Mapi. Algunos piden a Florentino Pérez que liquide la sección, y otros están convencidos de que la "presión feminista" fue la causa de que el Real Madrid se lanzara a la aventura de crear casi de la nada un equipo femenino que tardará años en poder competir con el Barça. Dieciséis derrotas contra el Barça en dieciséis partidos. Ahora mismo hay tanta distancia entre los equipos femeninos del Barça y del Real Madrid como entre el vino y el vinagre pero, aunque el vino gana títulos, el vinagre es un buen aliño, un excelente conservante, evita la caspa si lo utilizamos para enjuagar el pelo después del champú, es un repelente contra los mosquitos y sirve para limpiar los cristales. La ensalada madridista necesita algo más que aceite. Y el vinagre del Real Madrid femenino puede ser un buen conservante de las esencias blancas, un poco olvidadas con tanto fichaje galáctico, y también es un remedio perfecto contra las casposas opiniones de los que niegan a la mujer el pan y la sal futbolística, un repelente contra los mosquitos que dan la murga con que solo la victoria es honrosa y sirve para limpiar los cristales de las gafas de esos que no ven que jugar al fútbol, arbitrar un partido (incluso mal), animar en la grada y hacerse con el mando a distancia cuando hay fútbol en la tele ya no es cosa solo de hombres.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents